Nadie duda de que Podemos tiene su caldo de cultivo en la ira, en la indignación en la que vive la sociedad española, en la encrucijada en la que se ha instalado a un país que vive estupefacto los casos de corrupción, Gürtel, ERE, Púnica, Pujol, Bárcenas y tantos otros que conforman una larga y vergonzante lista. Enfermos a los que se les niega el derecho a vivir, dependientes que son tratados con el más absoluto desprecio, españoles que en edad de trabajar no trabajan; otros que en edad de ayudar a su país se ven obligados a emigrar, niños en el umbral de la pobreza, jubilados que con 600 euros tienen que hacer filigranas para mantener a sus hijos y nietos y así, un sinfín de adversidades que ha tocado el techo de indignación y que, como digo, ven en la irrupción de Podemos una posible tabla salvadora, algo nuevo, distinto, a pesar de que si ponen la oreja habrán escuchado la desconfianza que los hombres de Pablo Iglesias producen en franjas importantes de la sociedad. Hay cosas en su discurso que entran directamente hasta la cocina y hay otras que muchos observan con recelo. Es muy fácil en el clima de indignación y de ira en el que vivimos que sea atractivo escuchar lo que los ciudadanos necesitan escuchar; de ahí que el discurso de Podemos haya calado tan hondo.

La mejor campaña de imagen de Podemos la acrecientan cada día los chicos de Rajoy que viven en un país que no es el mío, en un país en el que si usas cristales azules, de ese color lo verás todo y si te decides por el rosa, eso. Da miedo constatar que la torpeza del gobierno no ha sido capaz de reparar en las alas que ellos mismos y el PSOE, ojo, le han colocado a Podemos.

El fenómeno Podemos lleva un año subiendo peldaños y cada insulto, cada descalificación, es un paso más hacia la cima. Cuando la prensa de la derecha se atreve estos días a pedir que los órganos del PP saquen a Mariano Rajoy del gobierno y vayan corriendo en busca de un candidato más listo que Mariano para afrontar las elecciones con alguna posibilidad de mantenerse en el poder, debe ser que la situación del gobierno es agónica. Que con un tipo como Mariano como apuesta para quedarse en la Moncloa la cosa no pinta bien. Y en ese panorama, con un gobierno presidido por un Rajoy noqueado, el presidente sigue mintiendo y no se ruboriza para decir que las cosas "van mejor". Dentro de poquito pronunciará esa inmoralidad en forma de frase "en España, el que no trabaja es porque no quiere". Ya la han insinuado, ya, pero vamos a darle tiempo y verán. La desvergüenza no tiene límites y los mismos que han saqueado el país son los que ahora les piden a los ciudadanos que vivan y ahorren con 700 euros. Rajoy y la creación de empleo en precario no engaña a nadie aunque el líder del PP lo intente una y mil veces. España no se chupa el dedo. No hay recuperación, mienten, y nadie lo sabe mejor que los trabajadores y los empresarios. Nadie. La Reforma Laboral aprobada por el PP y el PSOE ha destruido a la clase media poniéndole en bandeja al empresariado una pistola cargada para disparar despidos a troche y moche a precio de saldo. Solo por eso, hay que oxigenar el país y sacarlos del gobierno. Solo por eso, porque me parece un hecho de extrema gravedad.

¿Y Podemos? Se ha puesto de moda interrogar a todo bicho viviente sobre la proyección de la agrupación de Pablo Iglesias. El temor, la preocupación y el desconcierto no los oculta nadie pero son ellos mismos, el PP y el PSOE, quienes han colocado a España en la encrucijada de tener que elegir una opción política que no sea el bipartidismo de manera que también ellos son los únicos responsables de que los electores estemos contra las cuerdas.

Y ya se sabe; un boxeador noqueado lanza puños al aire. A veces acierta, a veces no. Pero golpea.

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