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El análisis

Podemos y el REFC

En este país nuestro somos generalmente proclives a cuestionar todo a cambio de nada, esto es, a recurrir a la descalificación del oponente político sin miramientos de ningún tipo y sin dar oportunidad al reconocimiento -aunque sea mínimo- de algún factor positivo que pueda existir en el acervo de dicho oponente. Si hablamos de fenómenos de corrupción, el debate se reducirá a una frase: "y tú más"; si se trata del número de parados, la supuesta discusión se centrará en determinar en términos cuantitativos el aumento/disminución de dicho número mientras se tienen o no responsabilidades de gobierno; cuando la cuestión se centra en la calidad de los servicios que las Administraciones públicas prestan a los ciudadanos, todo queda reducido a quién ha recortado más recursos destinados a su financiación? en fin, que más que a debatir, a lo que estamos acostumbrados es a descalificar al contrario y a enrocarnos en nuestras propias razones y sinrazones que conforman nuestra fe ideológica y/o militante que tanto nos empobrecen en términos intelectuales y de conciencia ciudadana. La irrupción de Podemos en el panorama político español ha supuesto una ruptura inicial radical con la forma de entender la política y su práctica por parte de los partidos en España (PP, PSOE, IU, CiU, PNV, CC). Baste con recordar que los orígenes de Podemos no son otros que el denominado movimiento del 15 M (Mayo de 2011), expresión del hartazgo de miles de personas, fundamentalmente jóvenes, ante el anquilosamiento de los partidos tradicionales a la hora de dar respuestas justas a los problemas de una parte importante de la sociedad (paro, desahucios por impago de hipotecas, sometimiento de Gobierno y Parlamento a los dictados de la Banca y grandes grupos empresariales, falta de democracia interna en los partidos políticos tradicionales, quebrantamiento del principio de división de poderes, etc.). Significativamente, aquellos que criticaban este movimiento y le exigían que la protesta social debía encauzarse a través de los procedimientos democráticamente establecidos, ahora claman al cielo y tratan de descalificarlo cuando las encuestas auguran un triunfo del nuevo partido político Podemos en las próximas convocatorias electorales. Sin ningún género de dudas, estamos ante un fenómeno político nuevo que no sólo merece respeto desde el punto de vista democrático, sino sobre todo, que exige una profunda reflexión por parte de los partidos políticos tradicionales a la hora de replantearse su función y cometidos en el seno de la sociedad española de principios del siglo XXI. Y respecto al REFC, ¿qué dice la nueva fuerza política Podemos? Pues no dice ni pío. Y no dice nada, para tranquilidad de los artífices del REFC, porque ni han tenido tiempo ni capacidad -de momento- para pronunciarse sobre ello. Sin embargo, estoy plenamente convencido de que en un inmediato futuro lo harán, obtengan o no representación en el Parlamento canario, pues los aspectos fiscales del nuevo REFC que ha entrado en vigor el uno de enero de este año, han sido "cocinados" y "aderezados" al estilo tradicional, esto es, mediante reuniones sin luz ni taquígrafos de funcionarios del Ministerio de Hacienda y de la Consejería de Hacienda del Gobierno de Canarias, sin estudios previos de la incidencia real de los incentivos fiscales en la economía canaria, con propuestas "técnicas" provenientes de multinacionales de la asesoría fiscal que trabajan para la defensa de sus clientes y, finalmente, con la bendición final y formal de nuestros representantes políticos, que en este, como en tantos otros temas, ni se molestan en conocer en profundidad lo que están aprobando. Tranquilidad sí, pero oiga, relativa?

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