La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Electrón libre

Año nuevo, viejos problemas

El término ciencia, del latín scientia, significa conocimiento, lo opuesto a la ignorancia. La adquisición de conocimientos científicos es de vital importancia para la economía de cualquier ciudad, región o país porque el conocimiento nos capacita, habilita y faculta para hacer nuevas cosas, nuevos productos y nuevos servicios. Decía el británico Aldous Huxley, uno de los más importantes representantes del pensamiento moderno, que si tener poco conocimiento es peligroso, ¿dónde está la persona que tiene tanto como para estar fuera de peligro? El papel del científico o investigador no solo es informar y educar a la sociedad sino hacer que la vida sea algo menos peligrosa. Por tanto, el científico tiene la responsabilidad de contribuir al bien público mediante la interpretación precisa y efectiva de los nuevos conocimientos y descubrimientos a medida que se van generando. Al crear nuevos conocimientos, el científico está en una posición privilegiada para responder a los dilemas éticos que pueden surgir en su trabajo, en el sistema educativo o en la acción política. Por eso, que una sociedad se libre de aquellos dirigentes políticos mediocres sin interés en la ciencia o que no apoyan en su acción de gobierno la financiación de la investigación científica.

Los avances biotecnológicos y los nuevos métodos diagnósticos y terapéuticos médicos son las áreas de investigación científica en las que los aspectos éticos están íntimamente entrelazados con la investigación debido a la utilización de animales de experimentación y a la participación voluntaria de seres humanos en la búsqueda de nuevos conocimientos. Los científicos tienen la responsabilidad de comunicar e informar a la sociedad de sus nuevos descubrimientos. Esto significa que cuando se completa o finaliza un proyecto o programa de investigación financiado con fondos públicos o privados, los científicos tienen la obligación moral de publicar sus resultados en revistas científicas para darlos a conocer y hacerlos disponibles a otros investigadores del mundo, sobre todo a aquellos que trabajan en las mismas disciplinas en las que se han desarrollado sus investigaciones. Sorprende que en nuestro país, y sobre todo en nuestra región, haya individuos que sean considerados en alta estima por dirigentes políticos y por algunos medios de comunicación como científicos "prestigiosos" (algunos han sido agraciados con nombres de calles, premios de ámbito regional o cargos institucionales de responsabilidad científica), cuando una simple consulta a las bases internacionales de datos revela que no han descubierto o publicado nada relevante en muchos años.

Existe la costumbre bastante difundida en nuestro país de sustituir la responsabilidad de publicar en revistas científicas por la de comunicar los resultados de investigaciones en las páginas de periódicos locales o nacionales, una conducta perjudicial para el futuro de la financiación pública de la ciencia y para el prestigio de los investigadores, sobre todo cuando esas "investigaciones" son meras repeticiones de otros estudios, o no tienen relevancia social, o jamás podrán ser validadas. Por su relación con la vida humana, la medicina y la biología son áreas en las que el rumor y la mitología no pueden tener el más mínimo grado de credibilidad. El investigador en ciencias de la vida o de la salud debe tener una sensibilidad especial a la hora de publicar sus resultados o al declarar públicamente sobre ellos ya que esas investigaciones pueden estar relacionadas con la identificación de un problema sin solución, como es el caso de la mayoría de las enfermedades genéticas hereditarias, en las que no se dispondrá de ningún tipo de tratamiento en un futuro previsible.

Publicar los resultados de investigación en los medios de comunicación de masas es casi la antítesis de una publicación científica. En este último caso, primero se presenta el problema, luego se describe cómo se han hecho las mediciones, después se presentan los resultados y por último, al compararlos con publicaciones previas de otros autores, se discute si se han encontrado nuevos hallazgos o se validan o refutan los trabajos de otras investigaciones. Cuando los medios de comunicación informan de nuevos hallazgos científicos, la precisión científica tiene una importancia extrema. Exagerar la importancia de un descubrimiento o ser sobradamente optimista sobre las oportunidades de incorporar estos hallazgos al terreno industrial, a la práctica clínica o aplicarlos como un nuevo tratamiento en un futuro inmediato es inapropiado, contraproducente y le hace un flaco favor a la ciencia. Tanto los profesionales del periodismo científico en los medios de comunicación como los investigadores tienen las responsabilidad de interpretar de forma realista y correcta lo que realmente significa una determinada investigación. Buen día y hasta luego.

Compartir el artículo

stats