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Papel vegetal

¿Dar lecciones a Grecia?

Da un poco de vergüenza ajena la saña con la que no sólo nuestra derecha política, sino también la mediática, atacan estos días a los griegos por haber elegido democráticamente al partido que les prometió acabar con su miseria, o al menos intentarlo.

Que lo hagan los alemanes y otros pueblos del Norte que parecen considerarse tan virtuosos, no debería extrañarnos, pero que nos sumemos a ese coro de críticas y descalificaciones quienes estamos, con las diferencias que se quieran, en el mismo barco, resulta disparatado.

Deberíamos ser mucho más comprensivos y al menos objetivos y ver, por ejemplo, la falacia del argumento de que los 240.000 millones de euros de los dos rescates se destinaron a ayudar al pueblo griego cuando la realidad es que ese dinero entró y volvió a salir del país.

El dinero proporcionado por el FMI y los países de la eurozona sirvió sobre todo para devolver la deuda que tenía el país con la banca alemana y francesa fundamentalmente. A ella y no al pueblo griego, cada vez más con el agua al cuello, es a quien en realidad se ha querido rescatar.

Deberíamos aprender, por ejemplo, de lo que comentan veteranos periodistas económicos como Martin Wolf, quien escribía esta semana en un diario tan poco sospechoso de izquierdismo como el Financial Times que se verá si tenemos en Europa simples políticos o auténticos estadistas por cómo afronten el desafío griego.

Para Wolf, lo más peligroso es "empujar a Grecia a un default (suspensión de pagos)", pues se crearía seguramente una situación en la cual "el Banco Central Europeo dejaría de poder funcionar como banco central griego, lo que forzaría la salida del país del euro".

"Me aventuro a decir que el resultado sería catastrófico para Grecia a corto plazo e impediría cualquier avance hacia la modernización del país al menos durante una generación".

Pero "demostraría también que la unión monetaria de la eurozona, lejos de ser irreversible, sería tan sólo una muy rígida paridad fija. Y tendríamos lo peor de ambos mundos: la rigidez de la paridad fija sin la credibilidad de una unión monetaria (?), lo cual generaría inestabilidad crónica".

Pero no sólo ese comentarista, sino también el vicepresidente de mercados globales de capitales de Morgan Stanley y ex director del departamento europeo del FMI Reza Moghadan, aboga en el mismo periódico de la City por permitir a Grecia una quita de su enorme deuda (un 175 por ciento de su PIB).

Moghadan cree que tampoco puede exigírsele a un país en la situación actual de Grecia el enorme sacrificio de elevar el superávit fiscal primario -es decir, con exclusión del servicio de la deuda- del 1,5 por ciento actual a nada menos que un 4,5 por ciento en 2016 y más allá de ese año.

Tal exigencia "amenazaría la cohesión social y daría al traste con cualquier posibilidad de recuperación económica. Es inviable políticamente", afirma el analista, que muestra mayor comprensión de los problemas griegos que muchos responsables españoles.

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