La Provincia - Diario de Las Palmas

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Piedra lunar

Himno a Satán (Icono Panero)

Hace un año falleció en esta ciudad Leopoldo Panero. Su figura tiene varias dimensiones socio-literarias. Una, la del poeta representativo del malditismo como corriente universal; otra, la del hombre denostado socialmente en nuestro ámbito ciudadano, cuando, recostado en un banco Triana, era una provocación para la ciudadanía bienpensante instalada en la ortodoxia del sistema; la tercera, la del reconocimiento post mórtem de su obra, por las instituciones culturales de la Isla, cuando ya no molestaba en ningún espacio urbano. Sonora fue la lectura de sus textos en la terraza de la Biblioteca pública Insular, con la participación de los popes corporativos, porque (no faltaba más), una foto oportunista vale más que mil palabras. Su Himno a Satán es un texto clásico, precedido de la cita "Ten piedad de mi larga miseria" (Les fleurs du mal), de Baudelaire. "Tú que eres tan sólo / una herida en la pared / y un rasguño en la frente / que induce suavemente / a la muerte./ Tú ayudas a los débiles / mejor que los cristianos / tú vienes de las estrellas / y odias esta tierra / donde moribundos descalzos / se dan la mano día tras día / buscando entre la mierda / la razón de su vida; / yo que nací del excremento / te amo / y amo posar sobre tus / manos delicadas mis heces./ Tu símbolo es el ciervo / y el mío la luna: / que caiga la lluvia sobre / nuestras faces / uniéndonos en un abrazo / silencioso y cruel en que / como el suicidio, sueño / sin ángeles ni mujeres / desnudo de todo / salvo de tu nombre / de tus besos en mi ano / y tus caricias en mi cabeza calva / rociaremos con vino, orina / y sangre las iglesias / regalo de los magos / y debajo del crucifijo / aullaremos". Es un poema de amor, que, por su forma de himno, es canto de alabanza a los mitos. Hay una invocación (tú-Satán) que describe sus valores ("tú odias esta tierra"), seguido de la confesión de un yo poético ("Nací del excremento"). Luego se produce la fusión, el amor, identificación de ese yo con Satán: ("Te amo". "Yo desnudo de todo salvo de tu nombre"). Ambos se confabulan para realizar una acción contra lo establecido ("rociaremos con vino y orina"). Y culmina con el anuncio de un aullido, a modo de oración de desesperanza. En conjunto, malditismo en estado puro. En la reciente presentación de El discurso del cuerdo, y otros escritos del manicomio (Luis Arencibia, 2014), se propuso erigir un símbolo plástico que recuerde a este icono poético y universal en nuestra ciudad. Las instituciones, y si no, la sociedad civil, tienen la palabra.

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