Su prima hermana Carmen Morales decía con una gran sonrisa que había sido una broma de Pepe Alonso, sacerdote y filósofo, que desde la Casa del Padre, intervino en el acto municipal en el que se le dedicó una plaza entre las calles Arco y Pérez del Toro. La peana sobre la que se levantaba el nombre de la plaza Pepe Alonso se precipitó al suelo. Y todo quedó en un mal trago, buen humor y muchas bromas. Se lo tomaron con filosofía.