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Juanjo Jiménez

Presidentes Sin Fronteras

A estas alturas de juego de tronos sabrán que el todavía presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, ha sido nominado para salir de la Casa Palacio, quedándose nuestro hombre en modo mustio y con un mixturado de pasiones que deambula entre una dosis de proyecto incompleto, unos litros de corajina con papas y varios kilos de revancha al mojo verde.

A su entender de él, el grancanario es un ser indígena antropomorfo del tipo superior llamado a fijar su lugar egocéntrico en el Archipiélago, que es el que le corresponde, y que necesita de su persona para timonear esa barca, con lo cual la maniobra de Soria de echarlo por la borda es como lo del Titanic pero con bigote: un naufragio en toda regla.

Qué digo, un cataclismo épico, si atendemos que para más inri su sustitución en tan emblemático tresillo patrio donde los haiga tiene acento peninsular, concretamente de Mugardos, La Coruña, que es donde nació la presunta presidenta sustituta, Mercedes Roldós, justo a 1.838,59 kilómetros de distancia del muy grancanario Montañón Negro de los altos de Moya, que lo acabo de mirar en el Google Maps.

Eso es ser de muy lejos para presidir un Cabildo, amigos, y aunque también es cierto que esta señora no tuvo opción de elegir su lugar de aterrizaje en el planeta por las características inherentes al siempre divertido proceso reproductivo, según la lógica bravosiana este quítatetupaponerlaella es como entregar la fórmula secreta del Clipper de fresa al señor de la Coca-Cola.

Si no es por estas complejas circunstancias sería imposible entender los últimos capítulos del adelantado, cuya batería del móvil sufre un infernal proceso de descarga en búsqueda de echadero desde dónde relanzar su hidalga figura, pasando en lo que dura un tuno indio por Compromiso, Ciudadanos, Aciúca y, la agrupación de alcaldes independientes, en un listado que se va agotando a toda mecha salvo que acuda a otras organizaciones no gubernamentales tipo Presidentes Sin Fronteras.

En fin, que es tal su trajín, hijos místicos, que ya ni le pasa una manita de lija al palo de la bandera que erectó Soria en la Fuente Luminosa, que es a lo que iba yo porque se está poniendo peligrosamente rumbriento -el palo, no Soria, que es de acero inoxidable-, y todo por su entrega al grancanario, sí por usted, inglés, y por Mary Sánchez, que ya está hasta tardando en cantarle una folía de homenaje o, en su defecto, el arrorró mi niño chico.

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