Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Electrón libre

70 veces siete

Tenemos mucho que aprender todavía. Siendo muy optimista, nos quedan otros 70 años para que Canarias tenga alguna posibilidad de estar entre las 700 regiones más desarrolladas o avanzadas del mundo. Me repatea aquello de que no hay nada en el mundo mejor que Canarias. Quienes suelen repetirlo hasta la saciedad no han viajado más allá de la punta de Teno. Quien ha tenido la fortuna de oxigenarse más allá de nuestras fronteras sabe perfectamente que la distancia que nos separa de las sociedades más modernas, más pulcras, más avanzadas y mejor organizadas se hace cada vez mayor. Para aquellos que se ponen pesados con lo estupendo del clima de Canarias, recordarles que no sólo no hemos tenido nada que ver con la definición de la latitud y longitud del Archipiélago, sino que no existe ninguna correlación entre el progreso y el clima de los pueblos. Jamás nos servirá de consuelo California, uno de los Estados más ricos y el de mejor clima de EE UU y donde la ciudad de San Diego solo comparte la misma latitud que nuestra región (salvando que no tenemos terremotos, grandes incendios, tiburones en la costa ni tormentas de película).

A diferencia precisamente de San Diego, donde se pintan hasta las aceras, la pulcritud en las obras es algo que no se conoce por estas latitudes. Aquí no se acaba nunca de dar por terminada una calle: siempre faltan algunos trozos y esquinas por asfaltar, no se termina de rematar las aceras, no se llegan a plantar los árboles que deben estar en los huecos que las salpican cada 20 metros, se parchean los defectos rellenándolos con tierra y piedras y se vuelven a abrir porque se les olvidó alguna tubería o conexión de última hora, se abandonan materiales, andamios y máquinas que pueden permanecer meses e incluso años antes de que desaparezcan o sean recogidos. Cuando lo que se construye es un edificio, sobre todo si es público, queda bonito inaugurarlo por aquello de las elecciones, pero luego permanece misteriosamente cerrado o no existe presupuesto para los últimos "detalles": aceras, señalización, aparcamientos, mobiliario, contratación del personal necesario, implementación de las medidas de seguridad, etc. Menuda cara llamar a todo esto "últimos detalles". Muchas veces, de forma misteriosa, el edificio se vuelve a reinaugurar con algún detalle más: es tiempo de elecciones. Por los pasillos del Parlamento Europeo se comenta que España es el único país de la Unión Europea en el que un hospital, una biblioteca, un parque o un museo son inaugurados y reinaugurados cada vez que se construye una planta, se plantan algunos árboles o se coloca una hilera de cuadros.

Aquí tardan 70 días para arreglar o rehacer una acera y 70 semanas para arreglar la fachada de un edificio. En los tiempos en los que vivía en la tierra de los grandes lagos, he visto construir un parque (aquí lo llamarían bosque) en tan solo una semana. Eso sí, contando con 100 trabajadores y con la misma tecnología que podíamos contar nosotros hoy. No me atrevo a calcular lo que tardarían por estos lares los Canarian Boys, pero siguiendo con mis cálculos, no bajaría de las 70 semanas. En el barrio donde vive mi madre, pasé más de 70 meses desesperándome por la lentitud -infinitamente más lenta que la descrita por Milán Kundera- con la que pintaban los bloques de viviendas y arreglaban las aceras de todo un vecindario. Por comparación, hace más de 20 años fui testigo en Holanda de cómo un vecindario tres veces más grande fue completamente renovado en un mes.

Cuando lo que se construye es un edificio, la unidad de tiempo en la que se mide su terminación es el año. Y no estoy hablando precisamente de grandes edificios de viviendas. Por ejemplo, hay un hospital en Canarias que lleva la friolera de más de 14 años en reconstrucción. Quienes han vivido o visitado las ciudades de Nueva York, Los Ángeles, Boston o Toronto saben que los estadounidenses y canadienses no tardan (porque no pueden tardar) más de 12 meses en construir un rascacielos, el ejemplo supremo de edificio inteligente y una estructura bastante más laboriosa y difícil que un hospital. Yo he visto construir un rascacielos en el mismo centro financiero de Toronto en el mismo tiempo que dura el embarazo a término de una mujer. Vivimos pues en una tierra en donde las estimaciones para llevar a cabo cualquier empresa pública deben multiplicarse por 70. Para quienes piensan que somos objeto de una maldición, les recuerdo que no hay que ir a Norteamérica o a China para ver que las cosas en España pueden tardar lo que tienen que tardar. Por poner un ejemplo, a nadie le asusta ya la rapidez que muestran los trabajadores de conocidas empresas constructoras españolas cuando empresas multinacionales españolas emprenden la apertura o renovación de nuevos o antiguos establecimientos de su cadena. Así haya que trabajar en tres turnos durante las 24 horas del día, esas multinacionales se niegan a seguir la maldita regla del 70.

Efímero sueño aquel de "Canarias, el Paraíso". Nuestras islas son hijas de un dios menor. Yo las sigo poniendo en el limbo. ¡A ver quién es el/la valiente que las purifica? en menos de 70 años!

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.