El oráculo de Delfos calla, pero el de Berlín ha hablado. El milagro alemán se ha producido. La generosa acogida de cientos de miles de refugiados sirios, por parte de la RFA instiga a pensar sobre su clase política y su más reciente historia. La guerra en Siria se caracteriza porque, como suele pasar en las guerras civiles, nadie sabe, a ciencia cierta, quiénes son los malos, aunque nadie parece dudar en esta ocasión de la identidad de los buenos. Angela Merkel se consagra, sin duda, en la mayor estadista que ha dado nunca el CDU, muy por encima de su mentor y maestro Helmut Kohl, el histórico artífice de la reunificación alemana, e incluso del mítico Konrad Adenauer. En el oscuro y maquiavélico filme Alemania en otoño, que dirigiera Rainer Maria Fassbinder, se pretendía denunciar una hipotética doble moral política de la sociedad alemana. Su no menos oscuro y maquiavélico director se autoinculpaba de una supuesta mala conciencia germana. Si alguna vez esto fue así, el ejemplo político de esta crisis es el inverso. La ética de la clase política de la RFA está en las antípodas del declive otoñal.

Comentaristas políticos alemanes han afirmado que Merkel ha acercado a la socialdemocracia al CDU. Un varapalo para los que veían al SPD como el convidado de piedra de la Gran Coalición con los democristianos. En el futuro que se vislumbra se hará realidad el concepto de "multiculturalismo" tan manejado desde los años 80 el pensamiento cultural y político de Alemania. El "multiculturalismo", defendido principalmente por intelectuales socialdemócratas, planteaba la necesidad de una cohabitación respetuosa entre la tradición cultural del país con las que vivían los diferentes grupos étnicos y religiosos de la inmigración. Los ecos de aquella gran polémica llegaban a nuestras islas sobre todo en las voces de teóricos del arte contemporáneo. El Centro Atlántico de Arte Moderno, en la época dorada en la que fue dirigido por Martín Chirino, sirvió de plataforma para que críticos, historiadores y filósofos divulgarán el "multiculturalismo" entre nosotros. Dentro del mismo SPD, llegaron a cristalizar posiciones disidentes, como la del propio excanciller Helmut Schmidt, asiduo visitante de nuestra isla. Por los demás, nada menos maquiavélico que la hoja de ruta que el estado alemán que ha sacado adelante en esta crisis. No en vano se trata del país en el que se escribió El Antimaquivelo. Nada menos que por Federico de Prusia, no El Príncipe: el Emperador.