Que yo sepa, la política de subvenciones indiscriminadas a radicales independentistas en Cataluña viene a parar en la opulencia de una casta de afines al Govern y en la angustiosa ruina de todo un pueblo llano.

Además, hasta donde mi capacidad intelectual alcanza, el marco legal autonómico acaba beneficiando al mismo sector de la población de Cataluña que es minoritario y para demostrarlo basta con echar un vistazo a los apellidos, lenguas propias e inclinaciones ideológicas de los catalanes que medran en las instituciones públicas.

Asimismo, según mi modesto modo de pensar, esa misma gente, tan inmejorablemente asentada en los estamentos sociales de Cataluña, cuando gobierna cualquier institución pública, desde la local a la autonómica, es la que suele vulnerar los derechos lingüísticos e ideológicos de esa mayoría de catalanes que no tiene el català como lengua materna, que gasta apellidos como García, Martínez, López, Sánchez, etc, y que antepone la razón al sentimiento independentista.

En fin, la enumeración de evidencias que pone de manifiesto que la minoría independentista en Cataluña lucha, en estos convulsos momentos, por mantener, e incluso institucionalizar, este estatus de privilegio sobre la mayoría de ciudadanos y no por otro tipo de razones más legítimo sería casi inagotable. ¿Alguien meterá algún día en costura la sinrazón en ese rincón de España?