Es más que miserable que con menos del cincuenta por ciento de los votantes a favor, y con unas elecciones que no eran, en absoluto, plebiscitarias, una camarilla de encubiertos golpistas anarquistas, completamente desviados e incapaces de seguir las leyes más elementales de la convivencia, hayan declarado la independencia de la región catalana, que se integró con Castilla para formar la nación de España, la entonces más importante nación mundial, hará ahora más de 500 años y siguiendo las corrientes integradoras que ahora imitan todos los primeros países avanzados y progresistas del globo.

Estos salteadores de caminos ilegales, del juego encubierto, que no cuenten con el resto de los españoles para apoyarlos, para nada, en tan retrógrada acción que precipita a Cataluña al desastre, a la desestabilización y al arrinconamiento de la competencia; por culpa de unos obcecados, asustados por el miedo a competir, porque no valen absolutamente para nada Mas que para usufructuar del llamado 3%; pero que no saben, ni tan siquiera, lo que es la verdadera democracia participativa a pesar de llenarse su locuaz boca, cada día, con ella.