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Reflexión

La fuga de San Diego, los botones y las calabazas...

Hay tradiciones que no deberían perderse, ni mucho menos desvirtuarse y una de ellas es sin lugar a dudas la fuga de San Diego, una tradición estudiantil con arraigo solo en Canarias. Nace dicha tradición concretamente en La Laguna. Desde hace más de 50 años todos los 13 de noviembre los estudiantes celebran ese día para escabullirse de las clases. La verdadera tradición era asistir todos a clase, entrar a las aulas y fugarse en la misma cara de los profesores, dejando las aulas totalmente vacías, mirando el profesor cómo dicha aula se quedaba solo con los pupitres y el silencio de la misma. Los profesores se quedaban más solos que la una; eso sí era realmente una fuga de estudiantes. Ese día los estudiantes lo aprovechaban para hacer una fiesta en torno a asaderos, chuletadas, música y canciones, una hermosa manera de conocerse los estudiantes casi en los prolegómenos del inicio de curso. Comenzó esta tradición en la Universidad y con el paso de los años se ha ido trasladando a los institutos, pero de una manera totalmente diferente a la costumbre inicial. Prácticamente se ha ido perdiendo la esencia de la fuga de San Diego, la gran mayoría no asiste a clase para fugarse posteriormente y dejar en el abandono más absoluto a los profesores, sino todo lo contrario. El día de fuga para todos consiste en quedarse en sus casas o lo aprovechan para hacer puente o quizás darse un viajito de fin de semana, y sinceramente, o se hace una fuga como Dios manda o, por el contrario, lo más sensato es asistir a clase como un día más, eso de escaquearse nada más no es para nada una tradición, hay que nombrar las cosas por su verdadero nombre, escaqueo simple y llanamente. Desde luego o se celebra de verdad o mejor seguir como un día más, no es necesario aprovecharnos de San Diego ni San Mariano para faltar a clase. Por otro lado, hace poco se realizó una encuesta a los estudiantes y lamentablemente solo el 3% conoce los verdaderos orígenes y objetivos de esta tradición, el significado de ese día prácticamente nadie ni por asomo lo conoce.

El buen sabor de esta tradición consistía en que los jóvenes acudían a visitar una imagen de San Diego a cualquier ermita o iglesia para contarle los botones, y llevarle de paso calabazas al santo, calabazas que luego se repartían a los más necesitados, que preparaban entre ellos magníficas tortas de calabaza y disfrutaba todo el barrio.

Por otro lado existía el dicho entre los estudiantes de que quien se equivocaba al contar esos botones tenía muchas opciones de repetir curso. Muchos estudiantes contaban con enorme paciencia varias veces los botones de San Diego, no fuese a pasar que por ese mal recuento los suspensos fueran una realidad. Preferían iniciar el curso con buenas perspectivas y ánimos aunque fuera agarrados a San Diego con devoción o no, pero por si acaso allí se acudía. Posteriormente todos los compañeros de clase se desplazaban al campo o al monte a celebrar una comida de hermandad entre estudiantes, una buena manera de estrechar relaciones de convivencia al inicio del curso. Pero nada queda de aquellas costumbres; desgraciadamente, la fuga se ha convertido en faltar a clase y nada más. Y lo peor es que se ha llegado en varios casos y en muchos centros y universidades de manera irresponsable a no tomar un solo día, se aprovechaban de la mal llamada fuga para tomarse unos días de asueto de más y no asistir a clase.

Considero que es bueno recordarles desde los medios de comunicación y desde los centros escolares los verdaderos orígenes y los objetivos de esa tradición y quienes libremente deseen ejercer dicha costumbre la celebren con responsabilidad y respetando por supuesto lo ajeno, no puede ser un día como los últimos años donde más de un grupo ha propiciado ciertas gamberradas, dañando fincas, plantaciones y mobiliario urbano, y que quienes disfrutan del campo muestren desde luego una celebración con responsabilidad, ejerciendo civismo, desde dejar limpio el lugar, valorar lo que la naturaleza nos pone y da, tener cuidado con lo ajeno y respetar por supuesto a los demás, única manera para que la buenas costumbres se recuerden siempre con buenos deseos, sin hacer destrozos como en los últimos años. Con actitud cívica disfrutaremos de un hermoso día que seguro será inolvidable en la vida de su paso como estudiante.

Por otro lado los ayuntamientos, los servicios de seguridad y orden público deberán trazar y tener preparado todo un plan estratégico para que esa jornada se celebre y garantice en todo momento con total normalidad y que la fuga de San Diego sea un día de fiesta, de disfrute y ejemplaridad, para que buenas costumbres y tradiciones de este tipo no solo no se pierdan, sino que se recuerden para siempre como un día hermoso donde la convivencia y el buen rollo entre estudiantes sean la nota característica de esa jornada.

Y desde luego aprovechen para contar bien los botones de San Diego, a ver si de esta forma el fracaso escolar al menos se reduce un poco más en estas islas y de paso vamos a pedirle a San Diego que en las próximas elecciones que se avecinan nos deje un puñadito de buenos políticos para ver si por fin vamos saliendo del atolladero donde nos han metido algunos mediocres... Viva San Diego... A disfrutar con menos calabazas que otros años... Y cuenten bien los botones...

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