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Opinión

"Hablar de Pedro es hablar de mí mismo"

Cuando el 24 de junio en el Muelle Deportivo Pedro me cuenta que le han ofrecido la Consejería de Economía con la impresión, el susto y el orgullo me vino como un flash del subconsciente un latinajo a la cabeza: habent sua fata libeli y le añadí et dominii et filii; los hombres, los hijos y los libros tienen su propio destino. Los humanos somos genética histórica, cada cual tiene su propio ADN, pero la historia es el conjunto de vivencias o experiencias vitales que hemos compartido con nuestros semejantes y las que hemos recibido de los que nos han precedido a lo largo de los tiempos, todos somos historia.

Pedro y yo hemos compartido un largo trecho de nuestra historia personal. Un encuentro casi casual hace más de 25 años, que produjo una fructífera simbiosis de personalidades aparentemente opuestas y con un objetivo común: poner al día la gestión de una empresa a punto de cumplir su primer centenario, pienso que lo conseguimos. Él puso de su parte inteligencia y tenacidad y los dos nuestro buen humor.

Pero existe también la intrahistoria, la doméstica, la del día a día, la de las comidas, las charlas, los viajes y, por qué no, las copas; las que han tejido unos lazos indestructibles entre nosotros y las que han hecho que le considere un arquetipo ideal de hijo al que hoy tengo el honor y el orgullo de presentar.

Pedro Ortega, de Teror, licenciado en Biológicas por La Laguna, máster en Ciencia e Ingeniería de Alimentos por la Universidad de Valencia, concurso de fabricación de chocolate en Suiza y Alemania, de pastas en Caliano, Trento, presidente de Asinca, tesorero de la Confederación Canaria de Empresarios, miembro del Consejo Económico y Social de Canarias, de la Cámara de Comercio, profesor de la Facultad de Veterinaria, hoy consejero de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Gobierno de Canarias, y, sobre todas las cosas, superador de un molesto y desagradable cáncer de pulmón.

Si don José Ortega y Gasset -¿pariente tuyo?- medía el valor de un hombre por lo que hace y no por lo que es, tu cota es alta. En este caso es imposible para mí ser objetivo. Hablar de Pedro es hablar de mí mismo y corro el riesgo consciente de convertir un esbozo biográfico en una hagiografía sentimental, pero Pedro lo vale.

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