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El patio

La autoridad moral de Susana Díaz

Aunque en las primarias para la elección de la secretaría general no voté a Pedro Sánchez (lo hice por José Antonio Pérez Tapias), al ser elegido por las y los militantes, desde ese momento pasó a ser el secretario general de todas y todos; sin embargo, eso no ocurrió con Susana Díaz, que se cargó las primarias en Andalucía, acaparando desde el aparato del Partido (dirigentes-"jerarcas" a diferentes niveles a su disposición) la gran mayoría de los avales necesarios, imposibilitando la obtención de los mismos a otros compañeros que querían, igual que ella, optar a la elección de la secretaría general. Jugó a su favor la pasividad y/o sumisión de la mayoría de los afiliados andaluces. En consecuencia fue elegida por el dedazo de Griñán, que a su vez y de la misma forma había sido puesto para ese cargo por Chaves.

¿Con qué autoridad moral ella y otros barones regionales pretenden cuestionar y menoscabar a Pedro Sánchez? Se vanagloria de los resultados obtenidos el pasado 20D por el PSOE en Andalucía. No debería al respecto atribuirse ningún mérito, ya que la victoria del Partido Socialista en Andalucía ha sido siempre una constante, incluso con mejores resultados que los cosechados en las pasadas elecciones autonómicas y en éstas ultimas generales.

Ésta señora y sus acólitos no tienen ninguna autoridad moral para enfrentarse a Pedro Sánchez. Con apenas cuarenta años, lleva viviendo de la política desde los veinte, o sea, forma parte de una de las peores lacras que padecemos como política profesional y no duda igual que la gran mayoría de los políticos, para perpetuarse y seguir viviendo de sus cargos públicos, en utilizar todos los medios a su disposición aunque éstos sean pocos éticos.

Con toda probabilidad, tanto ella como Chaves y Griñán no tienen responsabilidad penal pero si política, por lo que ha vendo ocurriendo con los ERE y cursos de formación en Andalucía; en consecuencia, si tanto representa y significa el Partido para ellos y procurando no hacerle daño, deberían haber dimitido de sus cargos desde hace bastante tiempo.

El argumento principal que esgrimen contra Pedro Sánchez para que no pacte con Podemos es que esta formación política reivindica un referéndum de autodeterminación en Cataluña que rompería la unidad de España. Con esta actitud le hacen el juego al Partido Popular, que sí viene propiciando esa ruptura de los catalanes deliberadamente, sin importarle perder votos y arraigo en Cataluña para conseguirlos en el resto de España. El independentismo catalán al empezar la legislatura con mayoría absoluta por el PP no llegaba al 20% de apoyos y en la actualidad ya cuenta con el 48%.

Ahora hipócritamente reclaman que la política de pactos tiene que decidirla el comité federal. Eso es cierto, pero debe ser con las iniciativas y propuestas del secretario general, Pedro Sánchez, y lo mismo debe hacerse en el órgano correspondiente de sus comunidades (comités regionales), para a ese nivel acordar los pactos que se estimen como más necesarios y convenientes. ¿Hacen ellos lo mismo en sus comunidades autónomas? ¿Lo ha hecho Susana Díaz en Andalucía? Lo dudo y recuerdo que aquí en Canarias después de las elecciones autonómicas y municipales de 2007, habiendo ganado el PSOE con una amplia mayoría y obteniendo 26 diputados regionales, el comité regional del que en ese entonces formaba parte no fue convocado para fijar la política de pactos y lo más preocupante es que se dejó a los "jerarcas" insulares y locales que hicieran los pactos "a la carta" y a sus medidas, hasta el extremo de permitir que en Lanzarote se pactara con el PIL, partido perteneciente a un delincuente, y en La Gomera capital y en Valle Gran Rey, con tránsfugas de Coalición Canaria. Éstos órganos, incluido o más si cabe el comité federal, son meros "ceros a la izquierda", sus representantes son elegidos en listas cerradas impuestas por los "jerarcas" territoriales.

No hay que temerle al referéndum y es que, lo más seguro, triunfaría el no a la independencia como ocurrió en Escocia, cuando fue convocado por el primer ministro David Cameron de un gobierno conservador, pero que en gran medida ha satisfecho a los escoceses dotándoles de una mayor autonomía y recursos. Lo mismo ha venido ocurriendo en Canadá con su región francófona Quebec, donde la demanda independentista nunca ha sido apoyada. En el caso de Cataluña, hay que ser optimistas y si se planteara el referéndum de autodeterminación podría ser al final de legislatura y con anterioridad desarrollar (también en todo el país) políticas económicas para la creación de empleos dignos y estables, igualmente sociales para ayudar a los humildes y necesitados, leyes para la regeneración democrática y por supuesto para combatir la corrupción. Poniendo en marcha todas estas medidas seguramente la mayoría de los catalanes como viene ocurriendo en el País Vasco, que tiene uno de los menores índices de desempleo y mayor bienestar social, no dudarían en considerarse españoles. Máxime como se ha comprobado en estas dos nacionalidades con el ascenso de Podemos, que aun reclamando el referéndum de autodeterminación, en caso de celebrarse, no harían campaña favorable ni votarían por el sí a la independencia.

Pero hay que criticar a Pablo Iglesias cuando cuestiona el liderazgo de Pedro Sánchez y llega al extremo y contradicción de que si es necesario se reuniría y negociaría con Susana Díaz, "socialista" amorfa (como tantos otros dirigentes socialistas, no se sabe su posición ideológica), que con toda seguridad no reivindicaría ni la mitad de lo que reivindica Pedro Sánchez si llegara a ser presidente, como por ejemplo al ser católica, apostólica y romana un estado laico tan necesario y no digamos nada como aficionada taurina, con la eliminación de la salvajada mal llamada fiesta nacional corrida de los toros, etc.

Las contradicciones casi extravagancias de Pablo Iglesias para no apoyar a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno llegan al extremo de proponer para ese cargo a un independiente, fórmula antidemocrática impuesta por la Troika en Grecia e Italia justamente criticada, pero por la imposibilidad de sus respectivos pueblos no fueron rechazadas. Eso paradójicamente pretende Podemos (su líder y "máximo jerarca" Pablo Iglesias) para nuestro país.

Precisamente la arrogancia y prepotencia de Pablo Iglesias no confluyendo con Izquierda Unida ha originado que con cerca de un millón de votos y debido a la injusta ley electoral IU haya obtenido tan sólo dos diputados, perdiéndose así la oportunidad de lograr 13 diputados más, lo que hubiera significado configurar un gobierno de izquierda progresista.

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