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Cine 'Joy'

De tal palo, tal fregona

Al parecer, el cine de habla inglesa ha decidido especializarse últimamente en los biopics, con mayor o menor acierto según el caso. Después de la oscarizada interpretación de Eddie Redmayne en La teoría del todo, donde encarnaba al astrofísico británico Stephen Hawking, de la insípida Life, sobre la amistad entre el fotógrafo Dennis Stock y el actor James Dean, y de la más reciente Steve Jobs, sobre el mítico empresario y programador informático interpretado por Michael Fassbender, ahora le toca el turno a otro icono del imaginario colectivo: Joy Mangano, la inventora de la fregona americana, llamada Miracle Mop.

Si recordamos también las películas pendientes de estreno sobre la vida y obra de Hugh Glass, trampero y explorador de finales del siglo XIX (El renacido), de la pareja de artistas daneses Einar y Gerda Wegener (La chica danesa), o de Florence Foster Jenkins, una excéntrica soprano americana que se hizo célebre en los años 20 por su completa falta de oído musical, más que una tendencia, el asunto se parece a una especie de obsesión por contar la vida de los otros, aunque esta carezca del mínimo interés, como es el caso de Joy Mangano, la reina de la teletienda.

Joy, dirigida por David O. Russell, otrora director de La gran estafa americana, mira de cerca a películas como Norma Rae, de Martin Ritt, para después parecerse más a Cenicienta, sobre todo porque es incapaz de decidirse entre crear un biopic convencional o un cuento de hadas. Claro que todavía es peor que los recursos que utiliza para construir el entramado narrativo sean de una pobreza terrible, digna de los programas de televisión que empujan a comprar después de medianoche. Lo triste es que el guión del propio Russell y Annie Mumolo, guionista de La boda de mi mejor amiga, sin ser ninguna maravilla, contiene las suficientes sugerencias argumentales como para haber podido llegar a generar una película, como mínimo, interesante.

Russell (¿de verdad es el mismo que dirigió The Fighter en 2010?) hace lo que puede para estropear la película, pero por suerte no lo consigue del todo. O, dicho de otro modo, en Joy hay algunas cosas buenas a pesar de venir firmada por Russell, cuya labor de puesta en escena no está al nivel de sus intérpretes, en especial de Jennifer Lawrence, que aprovecha cada minuto en pantalla para demostrar el magnetismo y la fuerza que puede imprimir a un personaje. De hecho, es una de las pocas actrices que en los últimos años ha gozado del lujo de ser lo suficientemente atractiva como para atraer al público masculino, pero lo que es más importante, no tan voluptuosa como para impedir que el público femenino pueda identificarse con ella.

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