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Papel vegetal

Nuevo juramento hipocrático

Desde hace siglos, los médicos comienzan el ejercicio de su profesión con el juramento público que lleva el nombre del médico más famoso de la antigüedad, Hipócrates, y al que dio su forma definitiva mucho más tarde otro griego, esta vez del imperio romano: Galeno.

Un juramento que comienza así: "Juro por Apolo, médico, y por Esculapio, Higía y Panacea y pongo por testigos a los dioses y diosas", y que compromete al médico, entre otras cosas, a guardar el secreto, ejercer la profesión "con inocencia y pureza", "evitar todo mal y toda injusticia" y no llevar "otro objetivo que el bien de los enfermos".

En el siglo pasado y en el marco de las convenciones de Ginebra se actualizó ese juramento y se bautizó con el nombre de esa ciudad suiza una declaración que no apelaba ya a los olvidados dioses del Olimpo, pero sí comprometía al profesional a no utilizar sus conocimientos médicos "contra las leyes de la humanidad" y a desempeñar su arte con "conciencia y dignidad".

Con independencia de las buenas intenciones proclamadas en el juramento hipocrático o la llamada Declaración de Ginebra, parece que no siempre los profesionales de la salud cumplen aquello a lo que se comprometieron y la medicina antepone muchas veces los criterios económicos a la salud y el bienestar de los pacientes.

Uno de los críticos de esa evolución negativa de la profesión, que tiene que ver con la mercantilización creciente de todo tipo de actividades, es el especialista en deontología de la medicina Giovanni Maio, quien sostiene que algunos médicos acaban por desgracia interiorizando "la lógica económica".

De ahí que los consejos que dio a sus seguidores aquel sabio de la isla griega de Kos hace dos milenios y medio tengan en la sociedad actual sólo una aplicación limitada y se haga conveniente actualizar incluso la Declaración de Ginebra, que data de 1948 con un nuevo juramento o compromiso que transmita seguridad a los enfermos.

Éstos no están muchas veces convencidos de que el tratamiento que se les propone para el mal que padecen es el que realmente necesitan y sospechan que puede servir en cambio para llenar los bolsillos del profesional o el que más barato le sale a la compañía aseguradora sin que sea el más eficaz.

De ahí que un especialista belga en ética médica, un cirujano, una economista, una psicóloga y una teóloga hayan redactado juntos en el Instituto Dialog Ethik, una ONG sin fines lucrativos de Zúrich, una propuesta de nuevo juramento hipocrático más adaptado a la realidad actual.

Una propuesta que consta de dieciocho puntos que reflejan situaciones en las que el profesional de la medicina puede entrar en conflicto con la compañía de seguros o la administración del hospital donde trabaja y que pueden servirle de ayuda a la hora de defender el interés de sus pacientes.

En ese nuevo juramento, el médico se comprometería a anteponer a cualquier otra cosa su preocupación por el buen tratamiento del paciente, a evitarle todo mal, a respetar en todo momento sus derechos y a informarle cabalmente de forma que pueda tomar sus propias decisiones.

Al mismo tiempo se abstendría de utilizar a sus pacientes para medrar en la carrera o para cualquier otro fin espurio y de tomar cualquier medida que no sirviese para "aliviar sus sufrimientos, curar su enfermedad" o, en su caso, "prevenirla".

El médico se comprometería también a tratar a los enfermos, así como a todos sus colegas con respeto así como a ir siempre con la verdad por delante. Prometería además dedicarles al enfermo y a sus familiares el tiempo necesario y a respetar del enfermo.

El profesional se obligaría a ser "transparente" y "justo" en el empleo de los recursos a su disposición, a rechazar cualquier compensación económica por aceptar a un paciente o derivarlo a otro médico y a desestimar cualquier trato que pudiera exigirle disminuir las necesarias prestaciones.

Una declaración formal de ese tipo se hace cada vez más necesaria, sostiene la Comisión Ética helvética porque como señala Max Giger en una publicación médica -Schweizerische Ärztezeitung- , la práctica profesional se ve "cada vez más corrompida por intereses ajenos a los pacientes".

Allí, como en todas partes.

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