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Papel vegetal

La socialdemocracia parte de un mal diagnóstico

La socialdemocracia, sindicatos incluidos, parte de un mal diagnóstico y adopta una posición derrotista", afirma el economista francés Philippe Askenazy, que coincide con su compatriota y colega Thomas Piketty en denunciar las crecientes desigualdades de la renta en todo el mundo.

Acepta aquélla "la idea de las desigualdades primarias y propone las mismas soluciones que el bloque liberal-conservador", explica Askenazy, para quien las dificultades de un país como Francia "no se deben a un mercado laboral insuficientemente flexible, sino al excesivo poder de la gran propiedad".

Se acepta la existencia, por un lado, de los propietarios, que se benefician de las rentas (inmobiliarias de las grandes empresas) y de excelentes ingresos y hay, por otro lado, una gran masa de trabajadores a "a quienes se estigmatiza como no productivos y que están mal remunerados".

Al mismo tiempo, agrega Askenazy en declaraciones al semanario francés OBS, "no se habla más que del fin del trabajo asalariado, de un mundo en el que cada uno será su propio empresario, donde crecerá la competencia y disminuirá el poder de las grandes empresas".

Pero ocurre exactamente lo contrario, afirma el economista, para quien "los gigantes siguen dominando el capitalismo aunque no se vea tanto ahora porque se sirven de franquicias y de empresas externalizadas" y ello ocurre sobre todo en "internet o en el sector de las biotecnologías".

Europa no consagró las bases de datos hasta 1996, recuerda Askenazy, que se pregunta por qué todos esos conocimientos no son "abiertos, explotables por todos, sino propiedad de gigantes como Facebook o Google, que de pronto han adquirido un enorme valor bursátil".

Otro tanto ocurre con la propiedad en el sector médico, que se remonta sólo a finales de los años sesenta. "Se olvida que la capacidad de patentar los medicamentos en Francia es una decisión adoptada en 1968 y que en Estados Unidos hasta 1980 cualquier fármaco que hubiese recibido financiación federal no podía patentarse, sino que pertenecía al dominio público".

"Todo ello cambió cuando el capitalismo norteamericano se sintió menos amenazado por el comunismo soviético que por la irrupción de la economía del conocimiento, aunque entonces no se llamara así", dice Askenazy.

"El conocimiento no era 'privatizable" en el estado de la legislación de los años ochenta, y eso sólo pudo hacerse cuando, por la presión del lobby empresarial, todas las construcciones jurídicas, sobre todo en el marco de la Organización Mundial de Comercio y de la Comisión Europea, contribuyeron a extender el dominio de propiedad.

Hoy en día, explica el economista, "las grandes empresas capitalistas se apoyan en esa propiedad, que les permite obtener importante rentabilidad en todo el mundo. Y mientras se nos habla de firmas muy innovadoras, creadoras de riqueza, lo cierto es que su valor se debe más a la renta que a su capacidad de innovación".

Askenazy propone por ello que las empresas como Google, Facebook y otras similares paguen licencias "por los datos de los ciudadanos que obtienen y que les permiten obtener una gran rentabilidad". ¿Hasta cuándo habrá que esperar para eso?

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