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Dos veces breve

El Toro de la Vega

El único modo de reconocer a los bóvidos el derecho a la vida sería hacernos todos vegetarianos. El argumento de la muerte indolora de los terneros, electrocutados en un matadero industrial, es falaz, pues el dolor animal empieza ya cuando se los separa de sus madres, entre dramáticos mugidos. Creo que, en el fondo, es la dignidad de las personas la que se ofende en espectáculos como el Toro de la Vega, un sangriento linchamiento animal en toda regla. En el toreo hay arte, liturgia, riesgo, simbolismo, sacramento. En el masivo acuchillamiento sólo hay desahogo de una oscura pasión ancestral. Aunque la tradición tiene sus derechos, los pierde cuando es brutal y embrutecedora. Estas distinciones tal vez parezcan demasiado sutiles, pero la renuncia a distinguir es también brutalidad. Simplificando las cosas parece que somos más claros, pero en realidad sólo somos más simples.

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