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Papel vegetal

Los Clinton: oradores de lujo

Hay políticos y ex políticos cuyas palabras, pronunciadas ante un selecto auditorio, valen oro. Uno de ellos es por ejemplo el ex premier laborista británico y hoy multimillonario consejero de empresas y magnates Tony Blair. Otros son los Clinton.

El ex presidente Bill y la aspirante demócrata a la Casa Blanca Hillary llevan ganados 150 dólares por sus discursos e intervenciones en todo tipo de actos. Y uno de sus más generosos donantes es el Deutsche Bank, según el semanario alemán Der Spiegel.

En octubre de 2014, la ex secretaria de Estado del presidente Barack Obama intervino en un acto en Nueva York ante directivos y accionistas del Deutsche Bank, por el que le pagaron 260.000 dólares.

Poco antes, su marido había inaugurado un torneo de golf patrocinado por el mismo banco y dotado con 1,5 millones de dólares para el ganador. La recompensa en este caso para Bill Clinton fue de 270.000 dólares.

Según el semanario, no hay ninguna otra empresa alemana que corteje "tan agresivamente" al célebre matrimonio: desde 2005, los Clinton han recibido del Deutsche Bank 1,25 millones de dólares por participar en distintos actos, cifra confirmada por el propio banco.

Naturalmente no se trata de altruismo, sino que, como comenta el semanario, los directivos del banco aspiran a tener el mayor acceso posible al Gobierno demócrata si es que Hillary Clinton se impone al republicano Donald Trump en las próximas elecciones presidenciales.

Naturalmente, el Deutsche Bank no es la única empresa que trata de granjearse los favores de tan influyente matrimonio, como no deja de reprochar a Hillary Clinton su rival socialista Bernie Sanders.

"La senadora Clinton ha pronunciado discursos para (el banco) Goldman Sachs que le han reportado cada uno 225.000 dólares", denuncia Sanders, que acusa a Hillary Clinton de "excesiva dependencia de los intereses económicos".

La candidata Clinton es además una oradora muy exigente, de creer a la emisora estadounidense CNN, que divulgó recientemente documentos internos de la agencia que gestiona sus intervenciones públicas.

Hillary Clinton exige, entre otras cosas, acudir a sus citas en un avión privado, a ser posible uno del tipo GulfStream 450, alojarse en la suite presidencial de los hoteles y que sus colaboradores viajen en primera. Gastos que debe sufragar siempre el organizador.

La relación de los Clinton con el Deutsche Bank viene en cualquier caso de lejos: ya en los años noventa del siglo pasado, sus entonces presidentes decidieron y lograron incluir a ese instituto en el grupo de elite de los bancos de inversión estadounidenses.

La carrera exitosa que tuvo en EEUU el Deutsche Bank hasta 2007 se la debe también a Bill Clinton, quien logró la derogación en 1999 de aquella década la ley Glass-Steagall que establecía una clara separación entre la banca de inversión y la de especulación para evitar una nuevas crisis como la de 1929.

Las desastrosas consecuencias de aquello se harían sentir casi diez años más tarde con una nueva crisis financiera que afectaría a todo el mundo a partir del año 2008.

Pero, como denuncia también Der Spiegel, fue también Bill Clinton quien, como su sucesor, el republicano George W. Bush, alimentó el boom inmobiliario en EEUU; lo cual permitió al Deutsche Bank realizar pingües negocios.

Para los bancos, invitar a los Clinton como oradores es en cualquier caso una buena inversión, según explica Peter Schweizer en su libro "Clinton Cash", en el que describe cómo el matrimonio ha conseguido amasar su actual fortuna.

"De esa forma tienen acceso directo a Hillary y Bill, pueden expresarles sus apetencias y todo ello les cuesta menos que lo que pagarían por los servicios de una agencia de lobby", escribe Schweizer.

Y, como explica Der Spiegel, el Deutsche Bank necesita tener buenas relaciones con los políticos de aquel país, sobre todo desde que, a raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria, aquéllos se pusiesen serios con los bancos de inversión.

Así el Deutsche Bank fue sancionado con una multa de 2.100 millones de dólares por las autoridades estadounidenses, que le acusaron de haber manipulado los tipos de interés. Y al banco le esperan todavía nuevas multas en ese país.

Pero el Deutsche Bank no es la única empresa germana que cultiva sus relaciones con los Clinton, escribe también Der Spiegel, que cita al fabricante de coches Daimler como una de las firmas que han aportado fondos a la Clinton Foundation, una fundación sin ánimo de lucro pero que, como todas las fundaciones de ese tipo, pueden servir para ahorrarse impuestos.

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