No he tenido aún el placer de conocer en persona a Nicolás García Hemme, pero siempre me he guiado por aquellos que lo conocen. Sobre todo por lo que me ha contado de él desde que llegó a Madrid Elena Benítez, directora técnica de la Real Federación Española de Taekwondo y amiga íntima. Ella, junto al resto de sus entrenadores en el CAR de Madrid, saben mejor que nadie lo que ha tenido que trabajar para llegar a estar en lo más alto de un deporte tan exigente como el taekwondo.
Si hay algo que me destacaban siempre de él era su inmensa capacidad de trabajo, todo un currante sobre el tapiz. Sé lo que es competir al máximo nivel y sé el sacrificio que supone intentar estar en la élite. Detrás del deporte profesional, hay miles de horas de esfuerzo, entrega y dedicación.
Es la parte que no se ve del deporte. Renunciamos a decenas de cosas por intentar mejorar cada día, cada segundo de cada entrenamiento. Éso, probablemente, habrá sido lo que ha llevado a García Hemme a sus éxitos. En mí caso, todos esos esfuerzos de mi carrera fueron plenamente satisfactorios y seguro que a él le sucederá lo mismo cuando lo mire desde la perspectiva que le darán los años.
¿Cómo vamos a olvidar los amantes del deporte y el taekwondo su combate en la final de los Juegos Olímpicos?
Aquel día nos demostró lo que es, un deportista elegante, limpio, con una preparación física tremenda e inteligente en el combate. Algo fruto de su preparación en Madrid, pero también de lo que se habrá llevado de aquí gracias a Juan Manuel Álamo, su mentor en el Doksuri, y a los que están detrás suya.
Perdemos a una estrella del deporte canario y estoy convencida de que deberían darle facilidades para que siga ligado al taekwondo de alguna u otra manera. Todo para que siga aportándole muchas cosas al deporte y aprendamos de él. Mientras, esperaremos a que sigan saliendo más grandes taekwondistas en la Isla. Con esto, simplemente, ¡gracias, Nico!
