El martes 23 de junio de 1976 me desperté con una noticia inusitada para la época, aunque en los tiempos que corren ahora sea 'el pan nuestro...' En el periódico LA PROVINCIA, en su página de sucesos, había un artículo titulado: "Vuelven los OVNIS a Canarias", (no recuerdo cuándo se habían visto antes), una noticia que se amplía el 25 de junio con el titular "El OVNI se posó entre Gáldar y Agaete", firmado por don David Hachuell, que escribía: "Un OVNI, con lo que podrían ser dos ocupantes, se posó anoche durante largo rato (unos 20 minutos), en las inmediaciones de los lugares conocidos como Piso Firme y El Hornillo, entre Gáldar y Agaete. Así de tajante nos llegó anoche la noticia, con el aval de unas 60 personas, entre las que se encontraba un médico, que lo vieron a muy pocos metros de distancia".

"Según nos han informado varias personas, por distintos conductos, cuando un taxi se dirigía de Gáldar a Agaete, tras tomar la desviación del camino de Piso Firme con dirección al Hornillo, de improviso se encontró con un objeto extraño, redondo y transparente, como de dos pisos de altura y a tan solo quince metros de distancia".

"El estupor del profesional del volante y sus pasajeros fue grande, pues observaron cómo en el interior del objeto extraño habían dos sombras de tamaño muy superior al normal de las personas, como observando algo en el interior del objeto".

"Durante ciertos momentos los ocupantes del vehículo se quedaron pasmados ante tan inédito panorama, que luego era certificado por numerosas personas vecinas de aquellas inmediaciones, las cuales contemplaron el extraño fenómeno durante unos veinte minutos, asegurándonos que las dos figuras que estaban en el interior del OVNI, eran de color rojo."

Yo tenía el día libre y pensé que una excursión a la zona de Piso Firme no sería una mala idea, si luego continuábamos hasta Las Nieves donde podríamos disfrutar del mar. Los niños se alegraron mucho con la noticia, y yo también. El día parecía haberse resuelto.

Al llegar a Piso Firme dejé a los niños en el coche, en lugar seguro, con la intención de irme a explorar primero el campo de cebollas, por si acaso. Caminé alrededor del cercado intentando encontrar alguna señal de que algún vehículo hubiera entrado por tierra. No la había. Las cebollas estaban perfectamente erectas salvo en dos cuadriláteros hacia el centro del cultivo, separados por una distancia de tres a cuatro metros. En aquellos dos cuadriláteros las cebollas estaban caídas y con aspecto de haber recibido calor. El resto del cercado estaba perfecto. Evidentemente, el calor les había llegado "de arriba", del aire, pues ningún vehículo había dejado su huella en el resto de las cebollas .

Los niños querían ver las huellas del OVNI y les di un paseo alrededor del cercado y observaron las cebollas marchitas. Quedaron satisfechos, y yo tranquila.

Pensé en los testigos principales del suceso y decidí que tenía que conseguir hablar con el médico, al fin y al cabo parecía ser el único testigo de los que contemplaron el fenómeno que tenía una formación intelectual capaz de discernir con realismo el fenómeno que había presenciado como para dar una interpretación veraz. Le llamé por teléfono y me atendió con gran amabilidad.

Efectivamente así había sido. Fue un placer hablar con él en aquel momento. Comedido, sin aspavientos, a pesar de lo emocionante del asunto y pese a la prohibición que se le había impuesto de no hablar del tema, volvió a relatar lo que había contado a los periodistas si añadir más.

Lo que sí me contó fue la impresión profunda que el suceso causó en él. En aquel momento (tres días después del avistamiento), aún no daba crédito a lo que había sucedido.

Quedamos en volver a hablar del tema cuando hubiera una ocasión propicia, dado que yo quería escribir algo relacionado con el apasionante asunto, pero mis obligaciones familiares y laborales me impedían, en ese momento, disponer del tiempo que ello necesitaba. Supuse que don Francisco también necesitaría tiempo para volver a la vida diaria y a sus pacientes.

De ahí mi indignación por la frivolidad con que don Ricardo Campo aborda el asunto en la edición de ese periódico el día 22 de los corrientes. Trata a don Francisco Julio Padrón León como si fuera una persona que no estuviera en completo uso de su razón llamándole irónicamente "testigo estrella", en su opinión de forma bastante despectiva.

Es cierto que el médico quedó muy impresionado por lo que vio, así lo confesó sin ningún reparo y sin avergonzarse, pero no hasta el punto de perder su razón en aquellos momentos.

Después de la conversación con don Paco Julio Padrón, hablé con mis familiares en Artenara. Mi llamada no tenía ninguna relación con el suceso del campo de cebollas, pero ellos llamaron mi atención hacia otro fenómeno que se había producido al mismo tiempo sobre las cumbres, procedente del este y que se extendió sobre casi toda la parte central y sur de la Isla.

En mi opinión era un segundo fenómeno que nada tenía que ver con el del campo de cebollas, dado que este último, según los que lo vieron, despegó casi verticalmente aunque con una ligera inclinación hacia la cumbre y continuó su vuelo hacia el infinito sin detenerse ni tomar otros rumbos.

El médico y yo quedamos en vernos más adelante, cuando nuestras obligaciones nos lo permitieran para hablar con más detenimiento, pero la vida se encargó de retrasarlo y retrasarlo por los imponderables de ambas partes. Mientras tanto pasaron años. Durante ese tiempo tuve la oportunidad de visitar Rosswell (por aquello de poner el dedo en la llaga), en Nuevo México.

En una ocasión tuve la oportunidad de pasar por ese estado y aproveché para visitar el famoso rancho donde hace muchos años, supuestamente, se estrelló un OVNI tripulado en el que, según se comentó, perecieron algunos tripulantes de la extraña nave. Si fue cierto o no, me es imposible afirmarlo.

Sólo sé que de yo haber estado en un vehículo que se halla en peligro y en el aire, no hubiera elegido otro lugar para intentar tomar tierra.

Hoy, en los lugares relacionados con asuntos de extraterrestres, se promueven atracciones y comercios con un talante bromista en los alrededores de cada suceso de este tipo acontecido. Se le quita la carga más seria del asunto y la gente olvida pronto.