Con un magnifico concierto cerró Pedro Halffter la serie de abono de la Orquesta Filarmónica y sus coros. Fue, también, la despedida del maestro como director titular y artístico de las últimas doce temporadas, tras su debut en 2004. Y, además, la jubilación de la violinista y pedagoga Svetla Popova, que recibió del público una cerrada y larguísima ovación, subrayada con tantos ramos de flores que llegó a no poder sostenerlos. Momento de verdad entrañable, como emotivas fueron las palabras de Halffter en su adiós agradecido a los conjuntos filarmónicos y corales, al público, su familia y las personas que le ayudaron a culminar tantos proyectos.

Fue impresionante la versión de la breve cantata de Schoenberg Un superviviente de Varsovia, que abría programa. El narrador Enrique Sánchez-Ramos declamó en inglés el trágico relato del campo de exterminio y las voces masculinas del Coro cantaron en alemán el himno judío Shema Yisroel! con pantalla de traducción al español. La orquesta, admirablemente clara y diferenciada en musicalización y timbres descriptivos del proceso genocida, completó una lectura estremecedora.

La nit suprema, de La Atlántida de Falla-Halffter, difundió a continuación, con el coro mixto cantando en catalán, una belleza sosegada que restauró la paz y preparó los ánimos para la poderosa y brillante Fantasía Coral con piano, Op.80 de Beethoven, una de las variadas páginas de aproximación al Himno a la alegría de la Novena Sinfonía que dan testimonio de presencia, a lo largo de toda la vida, del tema victorioso con que cierra el compositor su catálogo sinfónico. Esplendoroso, aquí, el pianista Iván Martín por el rigor beethoveniano, la previsión y la madurez de su parte, conductora de todos los merodeos de la imaginación que conducen al estallido hímnico del no menos espléndido Coro, con un sexteto de solistas de muy alto nivel: las sopranos Estefanía Perdomo y Maite Robaina, la mezzo Raia Lubomirova, el tenor Juan Antoio Sanabria, el barítono Carlos Daza y el bajo Felipe Pou. La batuta, exacta y dominadora.

En la segunda parte, la formidable ópera de cámara El emperador de la Atlántida, escrita por Viktor Ulmann en el campo de concentración, orquestada por Pedro Halffter para su reciente estreno en el Teatro Real de Madrid, con un Adagio en memoria de Ana Frank y una pequeña obertura, compuestos ambos por Halffter y añadidos a la obra. La ejecución de concierto (con traducción simultánea del alemán) fue magistral. Las partes vocales que alternan el recitado con el canto, la rica orquestación, la grandeza coral, con el Juvenil de Marcela Garrón sumado al adulto de Luis García Santana, y los excelentes solistas mencionados con agregación de Sánchez-Ramos, diseñaron inmejorablemente las alternativas dramáticas y sardónicas de la obra, una sátira del hitlerismo que combina la hondura conceptual de la condena del genocidio con el sarcasmo y, en ocasiones, la ligereza mundana de los ritmos, para concluir con los plantos reflexivos del sufrimiento, en los que aparecen las invocaciones finales del Apocalipsis de San Juan. Una obra grandiosa y fundamental en el marco de los cambios estéticos de la primera mitad del siglo XX.

Concierto memorable en todas sus propuestas.