Una nueva edición de la Ryder Cup entró ayer en la historia. Y, dentro de lo positivo, quedó -para nosotros, como grancanarios- la brillante actuación de Rafael Cabrera Bello. No en vano salió invicto del campo localizado en Minnesota. Una soberbia actuación, la suya, con la que cierra su espléndida temporada. Él, con su intachable comportamiento, cumplió -como no podía ser menos- con sus objetivos individuales y colectivos y, a su vez, con quienes lo han apoyado -deportiva y personalmente- desde el Real Club de Golf de Las Palmas.

Abundando sobre el particular, vaya por delante que Rafa Cabrera tuvo un comportamiento sencillamente ejemplar. No puede ponérsele ni un solo pero. De hecho, supo leer y ejecutar el 99% de sus golpes en la difícil tarea de hacerlo bajo la presión que otorga jugar en la Ryder.

Se puede decir que mantuvo un equilibrio y un nivel más que óptimo en todas las distancias que manejó con su impresionante swing. De tal forma que terminó con un sobresaliente si le pusiéramos nota a todas sus confrontaciones.

Dos victorias y un empate lo sitúan ahora mismo en el primer puesto del ranking nacional. Ya lo demostró tanto en el Mundial Match Play como en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

En resumidas cuentas, me quedo -vista desde Gran Canaria- con la espléndida actuación de Rafa Cabrera en esta edición de la Ryder Cup. De las otras cosas -como por ejemplo el comportamiento del público y de algunos jugadores- me reservo mi opinión para otras ocasiones. Tiempo habrá para tratarlas.