Ahora que pensar no está de moda y lo moderno es subsistir, es necesario leer y releer a autores/as que han sabido conversar y discutir con la belleza de la razón.

Hace escasos meses, Canarias quedaba huérfana al perder a uno de sus grandes intelectuales: el antropólogo Fernando Estévez González.

Profesor de Antropología Social y Cultural de la Universidad de La Laguna, coordinador del Museo de Historia y Antropología de Tenerife -MHAT- (OAMC, Cabildo de Tenerife), y autor de varios artículos y libros entre los que destaca su ópera prima Indigenismo, raza y evolución? (Ediciones Idea, 2016), Estévez era, ante todo, un humanista con mayúsculas.

El sabio cercano que pegaba la hebra, que escuchaba y que leía para elaborar la tesis y su antítesis; el hombre de palabra amable y escritura clara y provocadora; el cerebro curtido y universal, al estilo de los del siglo XVIII, que tenía la capacidad de volverse pueril y romper las trincheras entre disciplinas para alentarlas a dialogar en un campo sin milicias.

Fernando Estévez era un ilustrado que, en su afán por el estudio del hombre, revolvió y revisó el pasado de Canarias indagando en sus fuentes (Viera y Clavijo, Berthelot, Chil y Naranjo,?) hasta reflexionar sobre el inminente turismo, "la posición periférica", el patrimonio cultural y la comunión entre el objeto y lo humano. Una mirada amplia que, en ese viaje hacia el interior, nos descubrió que a lo largo de la historia de estas Islas nos ha perseguido un fantasma: la existencia ajena. Hablamos de nosotros porque existe el otro: frente a la raza, la nación; ante el europeo, el aborigen; frente al campesino, el turista; ante el rostro inmigrante, el familiar que emigró. Y mientras, en esta exploración por el discernimiento y por la ruptura de fronteras, la permanente pregunta: la identidad cultural canaria.

Fernando como persona poliédrica tenía muchas aristas. Perfiles múltiples con un reflejo de militancia crítica de repensar por qué somos lo que hacemos. Porque su definición de identidad está sustentada en los actos individuales y colectivos que nos definen como personas y como comunidad. En las acciones del presente que escapan ácidamente de miradas hechas desde la industria de la nostalgia: de pensar que somos lo que hicieron o fueron otros. Esta forma de entender la construcción histórica colisionó con muchos colegas de la profesión, que tienen la definición de la identidad amarrada en los cimientos de una historia lejana y evocadora de un tiempo hecho desde la mirada del presente, con muchos reflejos distorsionados por los espejos de la denominada tradición.

Esta aportación se convirtió en una construcción permanente de su elaboración teórica y de su proyección práctica. Los que compartimos con él amistad y trabajo nos sentíamos privilegiados de sus aportaciones que eran un revolcón a lo establecido. Políticamente fue un científico comprometido con Canarias, a la que sentía y entendía mejor que nadie. Por eso, entre sus aristas destacamos una capacidad especial, Nando tenía un mirafondo; era capaz de ver debajo de la superficie lo que los demás no vemos. Entendía y explicaba la razón de las cosas que a veces nos limitamos a describir pero que no comprendemos. Él sí las comprendía porque pensaba en los mecanismos que las accionan.

Podríamos contar mil historias de conversaciones, cafés, reuniones y prisas de embarque y en todas ellas, tras la despedida, la digestión de sus ideas; el replanteamiento como sistema de continua revisión de lo que parece de verdad, en una tierra aceleradamente cambiante y turisteada hasta en las raíces de lo que se dice tradicional, autóctono o endémico.

Fernando trabajaba, antes de partir con Aión, en una nueva provocación a "olvidar" lo aprendido: el I Congreso de Museos de Canarias. Un proyecto que llevará a cabo la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias (La Orotava, 25-27 noviembre 2016) y que, en su programación, incluye el homenaje 'Acerca del Mundo: ExpoVisiones de Fernando Estévez'.

Una oportunidad para volver a analizar el pensamiento del profesor. Y, por qué no, una invitación a salir de la guarida de las sombras e indagar en la jaula identitaria.

Canarias pierde con Nando a quien mejor la sabía entender, a quien las Islas le murmullaban al oído lo que a otros/as no quisieron contar, tal vez porque sólo él sabía y quería oírlas, y traducirlas en mensajes llenos de contenidos frescos.

Desde esta esquina del planeta, cada vez menos azul y menos natural, te agradecemos el haber vivido contigo parte de un tiempo complejo, que nos ayudaste a descifrar para entender mejor. Gracias Nando.