Estos días hace 10 años que moría un militante pobre. Esta sociedad le condenó a ser analfabeto pero con el paso de los años llegaría a tomarse con humor que cuando en diferentes universidades daba charlas -especialmente de historia- los profesores se acercaban a pedirle bibliografía.

Algunos intelectuales supieron respetar que también desde el punto de vista intelectual Julián era un gigante. Era, al tiempo, un pequeño y un gigante; no sé muy bien cómo pero lo era. Jamás dio más importancia "a los saberes que a los vivires"; más bien al contrario. Pero también es verdad que jamás despreció los conocimientos, especialmente por ser consciente de que avanzábamos insoslayablemente a una sociedad cada vez más científico técnica.

Por eso nos alegra el testimonio del gran economista Juan Velarde Fuertes. Dice que debe iniciarse el proceso de beatificación de Julián: "Julián era un santo. Lo comprendía todo, al mayor enemigo lo acababa perdonando. Por otra parte, defendía los puntos de vista como lo tiene que hacer un santo: radicalmente. Pero -por otra parte- era extraordinariamente caritativo. Eso dentro del mundo socieconómico es realmente muy difícil. Precisamente eso conviene que sea ejemplar y en eso él era ejemplar. Por eso yo creo que vendría muy bien a la Iglesia beatificar y puntualizar y desarrollar todo esos puntos de Julián Gómez del Castillo. Le vendría muy bien a la Iglesia tener un santo así".

A Juan Velarde le han premiado hasta la saciedad. Lo ha sido todo en el mundo académico y su obra es inmensa. Pero no ha utilizado todo ese bagaje para afirmar que "no se puede hacer nada" o que "las cosas son como son". Don Juan Velarde ha tenido la limpieza de reconocer que en el mundo socioeconómico se puede ser como Julián. ¿Habrá más economistas así?