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Al azar

Rajoy, los tiempos no están cambiando

Depositar las esperanzas en una renovación de Mariano Rajoy es más arriesgado que suponer que la concesión del Nobel a Bob Dylan significa que los tiempos están cambiando.

El presidente del Gobierno ni se ha dignado presentar a su primer gabinete de pacto y diálogo, que ha introducido como quien entrega una quiniela en el despacho correspondiente.

Para Rajoy, los tiempos no están cambiando. No está para canciones. En ningún momento pretendió adaptarse a la pérdida estrepitosa de la mayoría absoluta.

Sin embargo, corría el riesgo de que su inmovilismo pasara desapercibido. Los entusiastas del pacto PP/Ciudadanos/PSOE podían insistir en declarar inaugurada la etapa del pacto y el diálogo. Para perseverar en la pasividad, no siempre basta con mantener a Fátima Báñez en un cargo que cinco años después le viene tan holgado como el día de su primera jura. Por no hablar de sus sucesivos descalabros en Andalucía, dos durante el pasado lustro. En compañía de Montoro.

Rajoy no deseaba convencer a la audiencia de que estaba dispuesto a la regeneración de la vida política que predica Ciudadanos. Ni al sesgo social que canturrea el PSOE.

El presidente no pretendía disimular, ni iba a admitir malentendidos. Considera que mantiene la mayoría absoluta de 2011, por lo que no necesita emitir gestos hacia los "otros", denominación espectral que reservó para el PSOE en su discurso de fijación de posiciones del sábado de investidura.

Era preciso que se notara que nada ha cambiado, que nadie se llame a engaño. No solo hay que disipar las ilusiones, hay que desvanecer hasta las desilusiones.

Para eso se mantiene a siete de los diez ministros de la mayoría absoluta, variando apenas un cuarenta por ciento del elenco. De ahí que se consolide a recalcitrantes como Catalán o Íñigo Méndez de Vigo. Si los estudiantes revoltosos salieron a la calle contra el titular de Educación, ahora se lo encuentran de portavoz. Un gesto, sin duda.

En el Gobierno no asoma ni rastro del diálogo con Ciudadanos y PSOE. Peor todavía, no se advierte ni sombra de acercamiento a la depuesta Soraya, o a los mudos cachorros del PP. O al gran campeón popular, Alberto Núñez Feijóo.

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