El séptimo punto de esta historia de Canarias por capítulos es el que atañe a la etapa comprendida entre 1900 y 1946, al final de la segunda contienda mundial. Recordaré brevemente las particularidades de esta etapa. Fue la explosión de la Revolución Industrial y la aparición de los nuevos desarrollos tecnológicos, desde las comunicaciones a los descubrimientos más variados en el mundo de la medicina, de la salud, de los más sofisticados equipos militares para el éxito de las dos Guerras Mundiales que hubo que soportar. La aparición de los derivados del petróleo revolucionó los transportes por tierra, mar y aire, reduciéndose de forma notable las distancias entre los puntos más alejados del continente europeo. La aviación se convirtió en el motor de la civilización de la postguerra. Se vivió en un espectacular crecimiento económico en casi todos los continentes, con cifras positivas crecientes. También se vivió la primera 'burbuja financiera' mundial en el otoño de 1929, que nos llevó a la Gran Crisis, en el periodo 1930-33. Ello unido a la revolución comunista en Rusia en el año 1918, el creciente peso y protagonismo de los movimientos sindicales en casi todos los países europeos, el aumento ostensible de las desigualdades sociales y la aparición de regímenes políticos autoritarios, pusieron las semillas para la Segunda Guerra Mundial, desde 1939 a 1945, con las consecuencias conocidas de más de 80 millones de muertos y destrucción masivas de muchas ciudades y pueblos. A pesar de todas estas realidades la población del planeta pasó de 2.000 millones en el año 1900 a 4.000 millones en 1960. Me limitaré a recordar la contracción del PIB mundial en un 30% en los años de la crisis con la desaparición del 'patrón oro', básico para el funcionamiento del sistema financiero, y la introducción de medidas proteccionistas como la elevación de los aranceles de aduana y, sobretodo, el establecimiento de contingentes y políticas coloniales que influyeron de forma notable en la contracción del comercio mundial. En todo este periodo la política nacional se apoyó en la no injerencia en los conflictos europeos, manteniendo la paz en las dos Guerras y, hasta cierto punto, beneficiándonos económicamente como país neutral, realizando las operaciones comerciales adecuadas con los países contendientes. Esto favoreció a la España peninsular en muchos aspectos pero para Canarias fueron momentos difíciles, a los que me referiré a continuación dada las características de nuestra economía agrícola básicamente. ¿Cuál fue el impacto o el comportamiento de nuestra sociedad y de nuestra economía en estos años? Me referiré a los puntos mas notables: El primero es el aumento de las inversiones en nuestros puertos capitalinos, especialmente en el de Las Palmas por la influencia política de los hermanos León y Castillo ( Fernando el político y Juan el ingeniero de caminos, canales y puertos), de tal manera que a comienzos del siglo XX ocupaba en el ranking mundial el puesto numero tres por el tráfico internacional, debido a las conexiones de los buques ingleses con sus territorios en África y en el Caribe; En segundo lugar, la agricultura canaria, especialmente el plátano, tomate y las flores y plantas ornamentales, estaba en manos de empresas inglesas que dirigían sus producciones y exportaciones al creciente mercado inglés. La restante agricultura, la de cereales especialmente, y la ganadería se destinaban al consumo local para una población creciente; En tercer lugar, las compañías inglesas desarrollaron producciones industriales para el mercado interior ( textiles, químicas, edición, muebles, etc.) y los industriales gallegos, especializados en la pesca y en la industria conservera, iniciaron su llegada a Lanzarote y a Gran Canaria, en donde establecieron factorías e industrias aprovechando la riqueza del banco pesquero canario-sahariano, que estaba bajo la soberanía de nuestro país y era famoso por la riqueza y variedad de sus especies. De hecho la pesca es esas aguas contribuyó de forma notable durante la Segunda Guerra Mundial al abastecimiento de conservas y salazón al mercado peninsular, británico y francés, por la presencia de los submarinos alemanes en el Atlántico Norte y en el Canal de la Mancha. A ello tengo que añadir la producción de harina de pescado, materia prima básica para la industria de piensos compuestos para la avicultura y para la ganadería; El cuarto punto a destacar es la localización en las Islas de la refinería de la Compañía Española de Petróleo (Cepsa) y las industrias fabricantes de cigarrillos que se incorporaron a nuestra economía nacional tras la dictadura de Primo de Rivera ( 1923-1928) y el levantamiento de la prohibición de monopolios. Un grupo privado instalo en Santa Cruz de Tenerife impulsó la refinería en 1929, con una capacidad de un millón de toneladas anual, y en paralelo varios empresarios establecieron también en las Islas plantas de fabricación de cigarrillos y de puros con materia prima local o importada, pero condicionada sus ventas al mercado peninsular a través de la Compañía Tabacalera, que tenía el monopolio para sus ventas en el mercado nacional. Indudablemente esto diversificó nuestra economía y aumentó el empleo en el sector industrial, de manera que parecía que se abrían nuevas posibilidades a nuestra economía agrícola-pesquera.

El turismo es otro de los avances económicos del Archipiélago en esa época. En el origen estaban los hoteles que grupos privados británicos construyeron para atender a la creciente población turística que del Reino Unido venían a Canarias por motivos de salud o por vacaciones de la clase acomodada. Todos los lunes tocaban en el Puerto de Las Palmas dos grandes buques británicos que hacían el trayecto Londres -África del Sur, principal colonia en la que se movían estos turistas y de la que importaban los más variados productos. No es necesario recordar el tráfico ilegal de los mas variados productos de consumo que se producían en cada arribada de estas naves, dando lugar a unos especialistas en este comercio que recibían el nombre de "cambuyoneros".

Para cerrar estos comentarios añadiré dos puntos: la emigración clandestina de jóvenes canarios hacia Cuba y Venezuela, fundamentalmente, y la evolución demográfica habida -frente a 380.000 residentes en 1900 en el año 1960 se llegó a 590.000, crecimiento notable si se compara con otras regiones-.

Estoy obligado a tres referencias institucionales de este periodo: la creación por las Cortes de Cádiz de 1812, y confirmada por la disposición de noviembre de 1833, de la división en 49 provincias, siguiendo el modelo francés del territorio nacional, creando la provincia de Canarias con capital incomprensiblemente en Santa Cruz de Tenerife; la Ley de Cabildos de 1912, que entra en vigor en 1913, en que se actualizan los cabildos y consejos históricos, dado el fracaso provincial; y finalmente la ley de 1927 por la que se crearon las dos provincias en el Archipiélago.

Por último, recalcar que nuestra historia entre 1946 y 1966 fue económicamente, en los primeros años, una etapa muy dura para la sociedad canaria que aceleró la emigración de jóvenes a Cuba y Venezuela. Los mercados de nuestras exportaciones estaban cerrados y hubo que orientar la salida del plátano y otros productos agrarios hacia la Península. La crisis nacional se solucionó con el nuevo Gobierno, que en 1957 se constituyó con Ullastres como ministro de Comercio, y Mariano Navarro como ministro de Hacienda. A ellos se unió en 1959 el Plan de Estabilización Económica y Social, que aceleró la recuperación de nuestra economía y la creación de empleo.

En el próximo artículo detallaré los principales éxitos para Canarias de esta etapa que, en mi opinión, sentó las bases de nuestra modernización y crecimiento espectacular. El reflejo, numéricamente y de forma simple de este progreso regional, se encuentran en los datos demográficos. Se pasa de 358.564 habitantes en el año 1900 a los 944.448 de 1960 y se alcanza un total de 1.178.904 en 1970. Les recuerdo a los lectores que en el año 2016 la población residente ascendió en el último censo a 2,2 millones de personas, lo que será comentado en artículos posteriores. Cierro hoy recordando que en el año 1965 se creó la Segunda Comisión para la elaboración del II Plan de Desarrollo de Canarias, de la que fui nombrado por el Gobierno como secretario, compatibilizando este cargo con mi puesto en la Dirección General de Comercio Exterior del Ministerio de Comercio.