Las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo está marcadas por la firma del Pacto de Madrid de 1953 firmado entre Estados Unidos y el gobierno de Franco y que significó la reanudación de las relaciones políticas, financieras y comerciales a pesar del bloqueo en las Naciones Unidas. No voy a entrar en las particularidades y otros aspectos por la abundante literatura que existe, pero la traigo a colación para recordar que durante la Segunda Guerra Mundial Canarias, y en especial la isla de Gran Canaria, estuvo en la agenda del Gobierno de Churchill, primero, y con la entrada de Estados Unidos en la Guerra, después, en la agenda del presidente Roosevelt por ser un lugar estratégico, objeto de una ocupación militar para apoyar la campaña de los aliados en el Norte de África contra la ocupación que había hecho Hitler de esa zona.

De nuevo nuestras islas se revalorizaban por su importancia geoestratégica en África. Pero lo más destacado de esta etapa, en mi opinión, fue el espectacular desarrollo y crecimiento económico que experimentó el Archipiélago. La nueva política económica nacional que se inició en 1957 con la puesta en marcha de la liberación económica y comercial se refleja en los datos del 'I Plan de Desarrollo de Canarias 1964- 1967' y el 'II Plan 1968-1971'. Se duplicaron las inversiones públicas, se mejoraron muchas infraestructuras y se potenció la educación y la formación de la juventud isleña. No voy a detallar todos los sectores y me limitaré a los más destacados.

Con letras de oro se debería escribir en nuestra historia el plan que inició el noveno Conde de la Vega Grande, Alejandro del Castillo, convocando en 1961 el concurso internacional Maspalomas Costa Canaria. El impacto internacional fue de primer orden por el valor ecológico, paisajista y geográfico que tenía el sur de la isla. Superado el periodo, ya contado, en el que los británicos tenían una especie de monopolio sobre este sector, los expertos europeos se encontraron con una nueva experiencia. El concurso, en el que se contemplaban todos los aspectos de infraestructuras y de ordenación turística, se la adjudicó a la firma francesa Societe pour l'Etude Tecnique d'Amenamegents Planifie (Setap).

Se inicia el boom turístico en la región y la llegada de mano de obra de muchas provincias españolas para hacer frente a las construcciones necesarias. Como muestra, la población censada pasa de 944.448 habitantes en el año 1960 a 1.444.626 en 1981. El otro índice fue el crecimiento del PIB que se colocó por encima del 5% en esos años; a esto hay que añadir la llegada de turistas, que de los 168.592 registrados en 1963 se pasa a los dos millones en 1980. A esto hay que añadir las mejoras de las producciones agrícolas -plátano, tomate, papas y otras variedades-, y el desarrollo industrial en casi todos los sectores vinculados a la construcción, a las artes gráficas, al sector tabaquero, a la industria química, la alimentaria, etc. Para completar el escenario tengo que referirme a la empresa Astican, que se funda en 1973 y que incorpora las modernas técnicas para la reparación de buques de todo tipo, incluidas las plataformas petrolíferas, y que desempeña una gran labor de apoyo al creciente tráfico marítimo, que ha sido la constante de nuestro Puerto de la Luz.

Me queda que hacer una ligera referencia al sector pesquero. La presencia de pescadores canarios y castellanos en la costa de África es consustancial con la llegada de los primeros conquistadores. El desarrollo y mejoría de las técnicas náuticas, con los vientos alisios, favorables, hizo que pronto se llegara al Cabo de Aguer, el actual Agadir, y al cabo Bojador. Luego se extendieron más al sur a medida que se consolida la españolización de las islas orientales, de gran tradición pesquera. De esta forma llegaron hasta Río de Oro y al Cabo Blanco. Su significado económico se refleja en las cifras que se relacionan a continuación, referidas al año 1966: el volumen de captura fue de 179.499 toneladas, el 80% desembarcadas en los puertos de las islas orientales, Gran Canaria y Lanzarote; la mano de obra empleada ascendió a 8.900, concentrada al 80% en las islas orientales; la industria del frío alcanzaba a 16 empresas, con una capacidad de 129 toneladas diarias y, según los datos de la Dirección General de Pesca, concentradas en los puertos de Naos y en La Luz. Los datos industriales son también relevantes, tanto de la producción de salazón como de conservas de pescado y de harina de pescado, materia prima para la elaboración de los piensos compuestos en la industria peninsular. En resumen, nuestras islas eran una potencia pesquera por la riqueza de variedades de peces en nuestro mar canario, en la costa del Sáhara Español , y en las capturas en alta mar internacional por la variedad de las flotas que operaban en las áreas próximas: la japonesa , la china y la rusa, con apoyo técnico y comercial en las instalaciones de nuestros puertos. La Marcha Verde de Marruecos sobre el territorio africano español tuvo un impacto de gran magnitud. Aunque Marruecos se comprometió inicialmente a respetar los derechos históricos que la flota canaria tenía sobre el banco canario-sahariano, muy pronto se pasó al olvido y se perdieron las capturas en estas costas. Todo ello agravado cuando se extendió la soberanía nacional marroquí a las 200 millas, dentro de las cuales se encuentra nuestro Archipiélago, según el Derecho Internacional vigente. Los datos que publica el Gobierno canario de este sector dan una verdadera lástima por la forma como hemos desaparecido de la realidad y ahora, para mayor vergüenza, sometidos a los acuerdos pesqueros que Bruselas firma con los países limítrofes, en donde nuestra flota había actuado históricamente: Marruecos, Sáhara -ahora territorio bajo administración de ese país-, Mauritania y Senegal.

8.- La recuperación de nuestro acervo histórico. Me detendré en esta cuestión, ya que fue el momento decisivo en que nuestro Archipiélago salió del cajón en donde la Administración española y la canaria lo habían metido por las dificultades que España tuvo que soportar por los acontecimientos históricos conocidos. Desde la Ley fiscal del Ministro Larraz, en diciembre de 1940, todos los líderes responsables se olvidaron de la vigencia de nuestra Ley de Puertos Francos de 1900. Nuestra vida económica y social comenzó a ser gravada por todas las clases de gravámenes estatales directos e indirectos que se publicaban y aplicaban en la Península. Desde la Contribución de Usos y Costumbre, las tasas sobre autorizaciones de comercio exterior, el Impuesto sobre el Lujo, y otras tasas de servicios eran pagadas religiosamente e ilegalmente por los residentes en las Islas.

Lo más penoso fue cuando en 1944 se publicó la Ley de Bases de Ceuta y Melilla, en la que se les concedía la calificación de puertos francos con los privilegios de nuestra Ley de 1900 pero, además, se les otorgaba el beneficio fiscal de que en los impuestos directos solamente se les aplicaba a los residentes en estas dos ciudades el 50% de las tarifas aplicadas a los impuestos personales y a los beneficios de las empresas domiciliadas y radicadas en todas las provincia españolas, incluidas las dos canarias. Mi capacidad de asombro no tenía límite ya que mi tesis doctoral (Los Puertos Francos Canarios) -que me dirigió en 1953 don Mariano Sebastián, catedrático de Hacienda Pública en la Facultad de Ciencias Económicas, en donde había iniciado mis estudios universitarios en 1947-, me proporcionó una relación de las violaciones del Derecho Fiscal positivo en Canarias, y me confirmó y ratificó que la Ley de 1900 estaba plenamente vigente, puesto que ni la República ni el régimen vigente no la habían tocado ni derogado.

Cuando se inició la política de desarrollo en España, siguiendo el modelo francés, en 1962 se creó la Comisión sobre el Plan Canarias, presidida por Francisco Hernández, ex Gobernador Civil de Las Palmas de Gran Canaria. No participé en este primer Plan pero el destino marca los pasos y los tiempos. Un amigo y compañero de la facultad me llamó por teléfono al Ministerio de Comercio, en cuya Dirección General de Comercio Exterior trabajaba como Técnico Comercial del Estado, y me ofreció el puesto de Secretario de la Comisión que iba a confeccionar el segundo Plan Canarias, que estaría vigente desde 1968 a 1972. Me limitaré a comentar que después de varias negociaciones, en la que intervino el ministro de Comercio, García Monco, y el de Planificación, López Rodó, acepté el puesto, compatibilizándolo con mi destino en el Ministerio de Comercio. Mi primer paso y condición fue plantear a las autoridades competentes la creación de un grupo de trabajo interministerial para poner en marcha las reformas necesarias de nuestro régimen. Fue aceptado y la presidió el Delegado del Gobierno en Tabacalera, Prudencio de Luis, Técnico Fiscal y miembro del equipo del entonces poderoso Fernández Ordóñez. Se nombraron los distintos representantes de varios ministerios, siendo yo designado secretario del mismo. Este grupo elaboro las bases futuras, que comentare en el próximo artículo, y que dio origen a la Ley de 1972.