Los postres fueron variados. Y como dijo Cristóbal Montoro en un desayuno en la Isla, al final, alguien tiene que pagar la factura. Y así fue. En este caso no fue Rosa Dávila. De la minuta se encargó Fernando Clavijo. Pero en el restaurante La Manduca de Azagra no solo se abonó una factura sino dos. Las viandas por una parte y por otra los vinos, dos botellas, dos de buen caldo tinto, como al que cantaba José Vélez que, aunque vino griego, era rojo.