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Papel vegetal

De derrota en derrota

Poco a poco, esos asesinos en masa que toman el nombre de Alá en vano a la hora de cometer sus horrendos crímenes, van consiguiendo lo que persiguen.

Vamos así los ciudadanos europeos de derrota en derrota sin que a nuestros gobiernos se les ocurra mejor cosa que ir restringiendo libertades y controlando cada vez más nuestros movimientos.

La última vuelta de tuerca por el momento es la decisión del Gobierno belga de reforzar los controles para todo tipo de viajeros internacionales y no sólo para quienes se suben a un avión.

Y un Gobierno que de modo tan bochornoso fracasó en su día en la protección debida a sus ciudadanos pretende ahora animar al resto de los Gobiernos de la UE a seguir su ejemplo, por lo que ha comenzado a tratar el tema con Francia, Alemania y Holanda.

Lo sucedido con el último asesino, el responsable del atentado con camión contra el mercado de Navidad berlinés, quien, estando fichado, pudo viajar por varios países europeos antes de ser abatido en Italia, pone en evidencia tan sólo el fracaso de coordinación de los servicios de inteligencia.

Y las continuas chapuzas de algunos de esos servicios, que algunos atribuyen a la mutua desconfianza o a rivalidades, pretenden ahora hacérnoslas pagar a los ciudadanos, controlando cada vez más nuestras vidas.

Según cuentan diversos medios, el Gobierno belga pretende en efecto que el almacenaje de datos de los pasajeros aéreos que entrará en vigor en la Unión Europea en mayo del próximo año se aplique también a las empresas de transporte por ferrocarril, barco o carretera.

Las compañías que no cumpliesen el registro informático de sus clientes podrían ser multadas con hasta 50.000 euros.

Los viajeros tendríamos que identificarnos previamente antes de realizar un viaje al extranjero por cualquier medio de transporte para que se comprobasen nuestros datos.

¿Podríamos acaso entonces tomar un tren internacional en el último momento si así lo decidiésemos?

A los tecnócratas de la Comisión Europea les parece viable la propuesta totalmente siempre y cuando, dicen, esté en consonancia con la legislación europea.

La asociación de compañías ferroviarias europeas (CER) ha advertido, sin embargo, a los responsables deBruselas de las consecuencias negativas de esa propuesta, que acaba con la flexibilidad y accesibilidad de ese tipo de transporte frente al avión.

Su aplicación disuadiría, dicen, a muchos ciudadanos de utilizar el tren y aumentaría el número de viajes en coche privado, que es, como sabemos, precisamente lo que necesita el planeta.

¿Y qué sería además de Schengen, de la tan cacareada libertad de movimientos, de nuestro estilo de vida?

Con la inapreciable ayuda de nuestros gobiernos y ante la pasividad de tantos ciudadanos, los terroristas van poco a poco consiguiendo su objetivo.

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