Le costó a Telecinco estrenar Sé quién eres. La aplazaron primero y las dos temporadas iniciales se redujeron a una. Dicen los que ponen la pasta que la historia no daba para más.
Seguramente: los 16 capítulos rodados ya se antojan excesivos a la vista del primero, que fue visto por 3.176.000 espectadores, una cifra nada desdeñable.
Vaya por delante que no estamos hablando de un horror como Lo que escondían sus ojos, El padre de Caín o El final del camino. Es decir, que no produce vergüenza ajena y, en líneas generales, es un producto televisivo digno, correcto y con algún brote brillante.
Se nota que Pau Freixas (Pulseras rojas) tiene cierto oficio y no se deja seducir por los tics estéticos que invaden las series españoles hasta el hartazgo.
El guión es muy convencional pero los diálogos, salvo cuando van de naturalistas, no se clavan en los tímpanos, y no se le va la olla con giros argumentales que mareen al espectador (el que cierra el episodio, de calado sentimental, se ve venir a distancia, además) y se toma su tiempo (a veces demasiado) para ir creando las circunstancias más apropiadas para la intriga.
El reparto se sostiene sobre todo por la veteranía de Blanca Portillo, Nancho Novo y Antonio Dechent. Aida Folch está algo acelerada pero cumple, no así Carles Francino y Eva Santolaria. Pero el problema llega (de momento) con sus protagonista, Francesc Garrido, que confunde amnesia con inexpresividad.
Con un arranque prometedor en el que se aprecia el esfuerzo en presentar una fotografía con personalidad, la serie cae en picado con secuencias de relleno que no aportan nada o en otras mal resueltas, como la irrupción del hermano de la chica desaparecida en la casa de sus tíos (un actor que tiene mucho que aprender, dicho sea de paso) chillando como un poseso.
El gran problema de la mayor parte de las ficciones televisivas españolas de suspense es que desprenden un inconfundible olor a refrito de ideas norteamericanas.
Así, a bote pronto: Homeland + Perdida = Sé quién eres. Veremos si en próximas entregas merece el olvido o vale la pena recordar que se emite.
