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La necrópolis para esclavos de Guía

En el Coloquio de Historia Canario-Americano celebrado en la Casa de Colón hará unos cinco o seis años se presentó un trabajo -del que se hizo eco en su día LA PROVINCIA- sobre el hallazgo de lo que parecía ser una necrópolis para esclavos que vivían en Guía de Gran Canaria, enterramiento situado en las inmediaciones de la llamada "casa de Clavijo", localizado por técnicos de un equi-po al frente de quien, leemos, se encuentra el arqueólogo Juan Guillén.

Según los especialistas, hace sospechar que se trata de una necrópolis del siglo XVI, cuyas características peculiares se vinculan con rituales funerarios desconocidos y zonas de sepultura que se apartan de los tradicionales formados por recintos sagrados, lo que les hace suponer que allí fueron enterrados, como población marginada, esclavos procedentes del vecino continente africano que llegaban a la Isla para trabajar, principalmente, en los ingenios cuyos especialistas en la elaboración del azúcar eran portugueses, aunque se conoce la existencia de grupos dedicados a otras tareas y al servilismo doméstico, como consta en las partidas de matrimonio y bautismo localizadas en el libro primero de la iglesia de Guía (1565-1636) donde se constata que se casaban, procreaban y cristianaban, los que ya se habían convertido en religión sin dejar de ser considerados esclavos, a sus hijos.

Coincidiendo con Guillén, esta población esclava africana procedía del norte de África y de la zona subsahariana y por lo que respecta a la entonces villa guiense probablemente pudieron pertenecer, entre otros, a trabajadores como mano de obra para el cultivo y el corte de la caña en el Ingenio Blanco de los Riberoles, sobre el que existe abundante historiografía además, de los que estaban sometidos al señorío de la época en la localidad.

La localización de este cementerio marginal respecto al de los enterramientos de la población aborigen castellanizada y de los propios castellanos incorporados a la vida social y económica de la isla que seguían los ritos de la religión cristiana, explica el origen de dos topónimos vecinos o colindantes con esta necrópolis, pues existe en el término municipal de Guía los conocidos como Berbería, Barranco de Berbería y Guinea, situado, precisamente, a la entrada de esta población entre la amplia zona geográfica situada entre El Laurel y Barranco Hondo con dirección hacia la costa por Llano de Parras y El Mármol, según se puede advertir en el mapa que ilustra estas notas y que se han marcado para su localización, relativamente cercanos al enterramiento descubierto.

La razón del nacimiento de estos topónimos podría explicarse al entenderse que en Berbería vivían los de piel blanca que procedían probablemente del norte de África y en Guinea los subsaharianos que llegados también probablemente del África central y negroide, en su tiempo generalizada con este nombre, división y asentamiento que propició el nacimiento de estos dos topónimos.

En opinión de los arqueólogos que trabajaron en el descubrimiento, la forma del enterramiento "demuestra que esta población marginal cuyos restos han sido localizados tenían costumbres y formas de vida propias de manera desvinculada a la práctica cultural dominante", costumbres que mantuvieron pese a su desplazamiento y esclavitud incluso para el descanso después de la muerte.

Con respecto al lugar donde ha sido localizada la necrópolis, conocida como la "finca y casa de Clavijo", digamos que debe su origen a que la casona fue construida por el brigadier de ingenieros y gobernador militar de Tenerife (donde nació en 1815) y Las Palmas (donde falleció en 1880) Nicolás Clavijo y Po, en terrenos que pertenecían a su esposa Virginia Jaques de Mesa y Merino, hija de Juan Gregorio Jaques de Mesa y Estebana Merino Ruiz de Quesada.

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