La Provincia - Diario de Las Palmas

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PIEDRA LUNAR

Paisaje transversal

El paisaje siempre es tema recurrente porque a todos nos atañe y nadie es su propietario. Es uno de los grandes asuntos que están en el centro de la vida social, como la política o la religión. Pero si de estas (y de las cuestiones dinerarias) es una descortesía hacer confesiones en público, resulta que el paisaje, al ser propiedad colectiva, cuya gestión está en manos de las instituciones oficiales, sí admite opinión abierta de la ciudadanía en pequeños o grandes cenáculos. Cada vez más, debido a la cultura verde instaurada a nivel planetario, el paisaje adquiere la tendencia a ser democrático en tanto se combinan los aspectos físicos y tangibles con los emotivos y vivenciales. Sin embargo, la gestión del espacio, con normas y leyes superpuestas se encorseta y queda a merced de decisiones de burócratas de cuello blanco, limitando su mejora y disfrute por la ciudadanía. El paisaje es una importante seña de identidad de un ámbito geográfico y ello lleva a una constante construcción de la mentalidad ciudadana, con una continuada pedagogía y sensibilización social, máxime cuando vivimos en el reducido espacio de las islas. En este sentido, a fines de noviembre de 2016 se celebró la I Jornada sobre el Paisaje de Gran Canaria, propiciada por la Consejería de Política Territorial del Cabildo. Se desprende que estas primeras reflexiones van a tener continuidad. Sin embargo, siendo el Cabildo el depositario de esta responsabilidad, e independientemente de que la coordinación pivote en un área de gobierno concreta, sería deseable la efectiva presencia de otras áreas que sin duda están involucradas, dada la transversalidad que lo caracteriza. Política Territorial, sí, y técnicos externos también pero, además, deben estar implicadas, por su competencia decisoria, áreas como Medioambiente, Obras públicas, Turismo, Sector Primario, Patrimonio y Cultura, como corresponsables de una multitud de acciones y propuestas integrales. Aquí no valen los compartimentos estancos, sino unos principios comunes que configuren una filosofía para la lectura de la Isla desde la responsabilidad institucional y social. En esta línea, se abren muchas ventanas dado que el estudio del entorno es una fuente inagotable de recursos didácticos cuyos destinatarios son la sociedad civil y los estudiantes de los centros educativos. Con ello se logra formación y concienciación en el marco de un sistema de relaciones interconectadas. En Obras Públicas ya se actúa sobre las vallas publicitarias que bordean las autovías de la Isla, pero queda la adecuación de miradores panorámicos; es preciso iniciar la restauración del paisaje agrario, combinando el interés público con el privado; en Turismo y Cultura, difusión de rutas de senderismo, rutas literarias, patrimonio etnográfico y arqueológico. La Isla es un variopinto caudal de riqueza paisajística que precisa imaginación y actuación.

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