Agárralo tú por ahí, mujer, que ya lleva tres disfraces rotos! "Ay Paco, el animalito nos va a desgraciar". [Maruca se santigua... Lo hace alrededor de 120 veces al día, en algunos casos, incluso, de manera preventiva] Sultán, estate quieto, condenado... ¡Échate!

[El perrito canelo lleva en la familia cuatro años, desde que Paco lo ganó en una partida de zanga en el bar. Es conocido en el barrio por su carácter especialito. A pesar de no tener ni media bofetada, debe esconder un alma de mastín en algún lugar de su ADN, porque hasta un perropresacanario salió con el rabo entre las piernas en un cruce de ladridos en la plaza de La Luz].

Maldita la hora en la que se le metió en la cabeza al chiquillo mío llevar a Sultán al concurso ese de disfraces caninos. "No Maaa, el lazo ese es una porquería, que allí presentan a los animalitos con trajes todos postinosos, yassss".

Y aquí estamos, que no hay manera. Hemos probado de fraile cisterciense a cuatro patas, de Can-pitán América, del típico de Rambo... y hasta de MetroGuagua, que se le ocurrió a mi prima Carmensa, que tiene un chiquillo en la Universidad y le dijo que eso es como el tren de Tenerife, pero en amarillo y con ruedas de toda la vida... Pero nada, se los quita con una velocidad que ni Houdini.

"Maruca, trae las pastillas de tu madre, las que le damos para que no le dé un infarto viendo la final de murgas, que si la tumban a ella, qué no harán con el animalito". Voy, ay virgencita del Carmen... [se santigua, reza, vuelve a santiguarse y regresa a la alcoba con un paquete de trankimacines... pero no hacen falta, Sultán ha encontrado su identidad, ha conseguido meterse en un traje de Wonder Woman de la chiquilla más chica de Guaci.] Paco, ven, él quería ir de princesa.