No me lo diga, Maruca... Ay virgencita de La Luz, ¿pero no la han encontrado?" La Isleta, Carnaval de 2025. Patio de una casa de la calle Guayarmina. Ay Pinito, es que ese cacharro que han puesto está manejado por el demonio, que la abuela desde que supo que iban a abrir el teleférico se le metió entre ceja y ceja que se podía montar en marcha desde la azotea... Y nosotros, "que noooo, abueeela", pensando que eran bromas d'ella, pero no paró hasta que... Ay Dios mío...

[La abuela siempre quiso ser como Pinito del Oro, decía que tenía madera de trapecista. Es fácil encontrarla subida en los cables de la luz a pique de chamuscarse. La peor época es siempre carnavales, porque se camufla, la muy 007. Se pone un bikini con pedrería y se lanza al delirio circense. Se sube en los chiringuitos y va saltando como puede de techo en techo de latón, que no gana la familia para dentaduras postizas. Pero lo de ahora es grave, muy grave. Llevaba meses preparando el operativo. Con el bastón y una cama elástica de la chiquilla más chica de Guaci, calculando la velocidad del viento y ataviada con su dos piezas, consiguió agarrarse de una cabina en su camino al Sanapú.] "Fuertes bobas de ir caminando pa'l parque, con lo buena que está la guagua colgante esta", pensó con cara de triunfo.

Y dice usted, señora, que la última vez que la vio dijo que iba a tender a la azotea. Sí agente... Ya me extrañó a mí... Desde que se rompió la cadera en el mogollón del año pasado solo sale para las clases de danza del vientre. [Llanto y santiguada con doble tirabuzón].