Sobran las razones objetivas para presentar una moción de censura contra el Gobierno de Rajoy. ¿Habrá que repetir que en cualquier país civilizado habría dimitido el señor presidente? A Rajoy la única guanajada que se le ocurre es que bajo el Gobierno del PP es cuando están siendo procesados y en algunos casos muy descollantes, detenidos y encarcelados altos cargos del PP. La dirección del PP respeta tan idolátricamente la democracia que solo para testar su buen estado de salud la ha puesto a prueba una y otra vez, removiendo fiscales, trasladando jueces, convirtiendo la Fiscalía Anticorrupción en un instrumento de defensa de presuntos corruptos, y la democracia parlamentaria, incluyendo el principio de separación de poderes, está escapando loco. Esta estupidez solemnizada, convertir en virtud gubernamental el que estén investigando judicialmente a tu partido por corrupción y procesando y deteniendo a eximios dirigentes y exdirigentes del mismo, ya no da para más. Lo mismo le ocurre a María Dolores de Cospedal y a la entrañable indignación que le entra cuando entalegan a otro compañero, con la que, por supuesto, ni ella ni el PP nada tienen que ver. No queda en pie ni el párrafo de un discurso con el que eludir la realidad.

Desgraciadamente la moción de censura anunciada por Pablo Iglesias es más una performance que una acción política, como suele ocurrir con Podemos. La moción de censura es doble: buscar dañar a Rajoy, por supuesto, pero al mismo tiempo, y aun prioritariamente, erosionar al PSOE como alternativa, porque los socialistas no quieren ni pueden apoyarla. Obviamente Iglesias y sus compañeros no ignoran que es imposible un gobierno de izquierdas -ese gobierno frankesteniano encabezado por Pedro Sánchez y que Podemos se encargó de boicotear- pero les trae sin cuidado. Podemos tiene y mantiene una estrategia: el rebumbio permanente, la gesticulación incesante, el postureo entusiasta que unifica ética y estética en una trivialidad autosatisfecha. Nunca he compartido eso de que la victoria rotunda de Pablo Iglesias y sus fieles en Vistabella II supuso el fin de un posibilismo socialdemócrata y pactista representado por el errejonismo. Según esta tesis Iglesias se ha resignado a no gobernar jamás, a representar el papel de una IU con sobrepeso. Eso es un error. Iglesias y su alegre cuadrilla siguen trabajando por un objetivo prioritario: desbancar al PSOE como primera fuerza de la izquierda. Para eso no necesitan el grueso del voto socialista: les basta con conservar su actual respaldo -lo que todas las encuestas apuntan- y que en el electorado socialista cunda aun más la abstención. Una vez frente a frente PP y Podemos el PSOE se degradaría hacia una posición cada vez más marginal. La moción de censura que anuncia Iglesias se inscribe en esa estrategia. Dure poco o mucho la legislatura, el líder neoleninista repetirá una y otra vez: "Si este Gobierno sigue engañando y robando a los españoles es gracias al PSOE".

Las dos Españas son ahora una derecha cangrenada por la corrupción y una izquierda, la única izquierda con capacidad de movilización social, para la que la labor fundamental es aniquilar al PSOE como competencia electoral. Sí, exactamente: estamos jodidos.