Para que luego digan que el lenguaje económico no se entiende. En la misma semana, Montoro habla de borracheras en el gasto público y Rajoy apela a la finura para lograr apoyos a sus presupuestos estatales. Borracheras y finuras como nuevos conceptos para explicar modelos de política económica.

El ministro de Hacienda, más fiestero, reprochaba a la izquierda un pasado de excesos con el dinero público y cargaba contra la pretensión de volver a pagar las copas para celebrar la recuperación. Todo muy didáctico si no fuera porque la ley seca que después él mismo implantó no fue igual para todos.

Porque de lo que no habla es de los chupitos que en la pasada legislatura se tomó el Gobierno de España con algunas autonomías a costa de retirarle a otras hasta el agua. Por ejemplo, dedicando millonarias inversiones al AVE mientras en Canarias desmantelaba el convenio de carreteras.

Actuación que no fue aislada ya que también fulminaron los convenios de obras hidráulicas, infraestructuras educativas, obras turísticas y hasta los planes de fomento de empleo en una de las comunidades más golpeadas por el paro.

Todo un hachazo sin compasión que provocó un recorte presupuestario a las Islas de 800 millones sólo el primer año de la era Rajoy y del que salimos como pudimos con una subida de impuestos que aún seguimos pagando los canarios.

Un pasado muy reciente y doloroso como para oír ahora teorías económicas sobre borracheras cuando de lo único que entendemos en Canarias es de abstinencia.

Pero no crean que ahí terminan las lecciones presupuestarias. El presidente nos acaba de iluminar con una nueva modalidad titulada Presupuestos con finura. Oye, ser finos en economía debe ser un grado porque, según dijo, ahora es el momento de que los políticos canarios actúen con finura para poder aprobar las cuentas públicas.

Pedro Quevedo, el diputado 176, debe estar todavía con la pastilla bajo la lengua a ver si recupera el tino tras la frasecita. Si vota a favor, será una persona de exquisita educación, urbano y cortés, según la definición de fino que ofrece la RAE. Si vota en contra y atendiendo a los antónimos, sería un descortés, grosero o vulgar.

La ironía es buena terapia para sobreponerse pero sirve de poco para resolver problemas, así que en una tierra tan castigada durante tanto tiempo no esperamos finuras, sólo mayores dotaciones presupuestarias.

Aunque suene duro, intercambiamos votos por dinero como siempre ha hecho quien ha podido en la historia de la democracia. Lo acaba de hacer Coalición Canaria, recientemente el PNV con el cupo vasco y ahora le toca el turno a Nueva Canarias.

Que sólo la oportunidad, en lugar de las carencias y del principio de solidaridad, sume recursos a un territorio y se le resten cuando el criterio político se impone a otros no es precisamente gratificante. Pero es lo que hay, y además de borracheras y finuras, ésta es una teoría económica que también entiende todo el mundo.