La Provincia - Diario de Las Palmas

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DESDE MI NORAY

Estampas portuarias

Allá por mediados del siglo pasado el muelle de Santa Catalina constituía toda una estampa de la zona portuaria por el trajín que se producía entre los barcos atracados y fondeados en la bahía, con el trasiego de las tripulaciones, mercancías y pasajeros. Cada jornada suponía un escaparate de sorpresas y anécdotas protagonizadas por los empleados de las casas consignatarias que atendían los vapores, además de otros personajes que acudían al primer contradique con que contaba el puerto de La Luz, sobre todo a la caza del turista de paso.

En este sentido destacaban los intérpretes al servicio de los hoteles locales, que se disputaban los clientes que desembarcaban por lo vieja marquesina y donde había hasta "manporros" entre el gremio para disputarse al cliente sobre las cualidades y precio de un paseo en tartana hasta el casco de Vegueta, más el alojamiento en los primitivos centros de descanso, Metropole, Bella Vista, Santa Catalina, Monopol y Cairasco entre otros.

Junto a este espectáculo había otro más pintoresco protagonizado por un grupo de mozalbetes locales, sobre todo procedentes de La Isleta y El Refugio que se zambullían en las aguas de la bahía en busca de una moneda británica, junto a la marquesina del muelle de Santa Catalina a la voz de "one penny please" y tras el correspondiente margullo salían debajo del agua con la dádiva atrapada por sus dientes en señal de triunfo.

Son estampas portuarias que se han ido para siempre, pero que guardamos en nuestra retina de los años infantiles, como un recuerdo de aquel primitivo puerto donde había una picaresca para sobrevivir cuando la necesidad obligaba, donde el ingenio de nuestros jóvenes se las arreglaban para conseguir unas monedas extras para compensar la hambruna de sus familias.

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