Cuando lamentablemente aparece una mujer asesinada por violencia doméstica en cualquier localidad española, al día siguiente, todos los representantes de las instituciones se manifiestan para expresar públicamente su repulsa, indignación, solidaridad, etc. Lo mismo sucedió cuando se produjo el vil asesinato del joven concejal Miguel Ángel Blanco, que las ciudades españolas convocaron la más grande concentración de repulsa que ha existido en nuestro país. Incluso, nutridas colonias de españoles establecidas en el extranjero se manifestaron para expresar su congoja. Todavía tenemos en la retina la emoción que producía observar en los medios de comunicación aquellas masivas convocatorias.

Recuerdo que la concentración convocada en nuestra ciudad, a la que el que esto escribe acudió, se citó en la Plaza de la Feria. Allí se pudo palpar el verdadero y sincero sentimiento de los canarios asistentes ante la barbarie que se había producido.

Hago todo este relato porque lo ocurrido recientemente en la ciudad de Barcelona, que en realidad era un atentado al resto de la nación española, merecía que el país entero se manifestara, y era una ocasión para que aquel sábado se hiciera la misma convocatoria de manifestación en todas nuestras ciudades, encabezadas por las primeras autoridades. Hubiera sido una repulsa libre, multitudinaria, sincera, sin partidismos ni oportunidades, como la que lamentablemente se puso de manifiesto en la Ciudad Condal, en donde un bosque de banderas y carteles en catalán servían de techo a la masiva afluencia de asistentes. Fue una concentración manipulada desde el principio al fin. Estudiados todos sus más mínimos detalles para transmitir al mundo el demencial mensaje soberanista. El desgraciado accidente le facilitó gratis a un minúsculo grupo "rebelde" una propaganda impagable para sus inalcanzables y demenciales fines.

El Rey, "chapó", y la mayoría de los españoles perdimos una magnifica oportunidad para manifestar públicamente nuestro dolor.