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Martín Alonso

LA MIRADA DE ANDERSSON

Martín Alonso

De oficinistas y versos sueltos

Ganar al Athletic Club no es un asunto menor. Cierto que ya no impone tanto como cuando lo entrenaba Clemente y en su once titular se juntaban piezas como Zubizarreta, Urkiaga, Liceranzu, Goikoetxea, Urtubi, Dani, Argote, Gallego, De la Fuente, Julio Salinas o Sarabia, pero la mística que le acompaña, el peso de su escudo y el potencial de sus futbolistas aún anuncia sobre el terreno de juego la presencia de uno de los patricios de la Liga. Ante un rival así, con tanto pedigrí, la Unión Deportiva Las Palmas salió victoriosa este domingoUnión Deportiva Las Palmas. Y lo hizo con la solvencia que da ser mejor que el adversario y con la alegría que da presentar signos de mejoría, dos señales que van muy ligadas entre sí.

Entre fichajes de última hora -­el impacto de Aquilani, Tannane y Rémy es irrebatible-­ y ajustes tácticos, la UD Las Palmas ya es otra cosa. El cambio no lo marcan sólo los triunfos. El equipo poco tiene que ver con el izó la bandera blanca sin condiciones ante el Atlético de Madrid. No se ordena a partir del caos, su sistema defensivo no transmite inseguridad, Jonathan Viera ya no vive lejos del área rival y, con más o menos maña, intenta gobernar los partidos desde el centro del campo. Pero las victorias ante el Málaga CF y el Athletic Club, además de dejar seis puntos en la buchaca en el plazo de una semana, han multiplicado el ruido de algunas acciones individuales que han endulzado esos resultados y que han disparado la euforia alrededor del equipo amarillo. Nada nuevo bajo el sol: el fútbol es un estado de ánimo. Palabra de Jorge Valdano.

El negocio del balompié, la locura que desata pasiones, se alimenta de futbolistas que destilan talento en cada una de sus acciones: la visión de juego de Jonathan Viera, la potencia de Jonathan Calleri, el desborde de Loïc Rémy. La Unión Deportiva, juegue bien o no, siempre será un adversario atravesado: tiene calidad y pegada para hacerle cosquillas a cualquiera. Eso se ha visto en apenas un mes de competición y sin que futbolistas como Vitolo, Tana, Vicente Gómez o Halilovic hayan enseñado la patita aún. Ojo con eso.

Pero para que todo ese talento sea efectivo, para que tipos como Rémy se desmelenen, Márquez ha optado primero por alicatar la retaguardia del equipo con jugadores ordenados, de músculo y mucho oficio. Desde la portería hasta el centro del campo, en una figura geométrica con varias aristas, sobresale una variación táctica que ha dado aplomo a la Unión Deportiva: emparejar a Javi Castellano y Aquilani en el doble pivote. Igual el fútbol del cuadro amarillo no es brillante ni espectacular, tal vez igual no enamora, pero esa apuesta le ha dado un par de vidas extras al técnico catalán dentro de un negocio que no suele tener piedad con la vida laboral de los entrenadores.

Ante la duda, frente al miedo, en el alambre, Márquez se ha agarrado a los oficinistas para salir a flote. Lo demás, que no es poco, quedará en manos de los versos sueltos que anidan en su plantilla. No es mal plan para sobrevivir.

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