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el callejón del gato

El experimento Cataluña

Si no fuera por la gravedad de los hechos, nos estaríamos refiriendo al jeribeque que Puigdemont ha hecho al gobierno belga, el pais de Tintín, como si se tratase de un capítulo de El asunto Tornasol, el famoso científico loco del genial Herge.

A mitad de camino entre la política ficción y el mejor esperpento de Valle Inclán, podríamos considerar el procès, tildado por muchos de experimento de la internacional nacionalista como un banco de pruebas de cómo desastibilizar un país para, posteriormente, repetir la experiencia y establecer un nuevo orden mundial.

Corsos, bretones, escoceses, flamencos e italianos llegaron a Barcelona como observadores de apoyo al referéndum. La consigna sería que si Cataluña se independizara y entrara en la Unión Europea, esta saltaría por los aires. La idea es innovadora, ya que intenta sacar un proyecto como este, sin tener las infraestructuras necesarias y basando su éxito sólo en una masa movilizada en la calle que traslada el centro de poder, del parlamento a un movimiento asambleario.

Algunos se aventuran a decir que en este caso Rusia se encuentra detrás apoyando e incitando que la Unión Europea se puede trocear en múltiples países, convirtiéndose en reinos de taifas. La Europa de los 28 terminaría en la Europa de los 98 con consecuencias muy negativas para Europa pero que conllevaría la supremacía de la Rusia de Putin, recuperando así el terreno perdido desde la caída del muro de Berlín.

Parece que todo este experimento ha quedado de momento desmantelado, pero no va a pasar mucho tiempo para que resurja en el sitio menos esperado con otras formas pero con los mismos objetivos.

Al igual que lo que experimentado en un sueño, todo aquello de lo que hemos vivido hasta ahora se convertirá en un vago recuerdo, puesto que lo que ya ha sucedido nunca volverá. O al menos eso espero.

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