El señor Chousa era un auténtico señor coruñés. Tenía varios oficios, algunos muy conocidos, como el de acomodador del cine Equitativa de la plaza de Vigo. Había estado en la División Azul y tocaba la corneta. Los domingos y fiestas de guardar te lo podías cruzar por el Cantón Pequeño, a la altura de la papelería Villarquide o de la tienda de ultramarinos que rotulaba precios y productos en letra gótica, Aniceto.

Perfectamente trajeado, se dirigía a las calles que llamábamos "de los vinos" del brazo de su mujer, a encontrarse, departir y libar con amigos y conocidos. Pero de lo que el señor Chousa ejercía con auténtica pasión era de seguidor del Deportivo, el club de fútbol de nuestra ciudad, de nuestras pesadillas, de nuestros sueños y de algunos títulos. Se colocaba en la tribuna del estadio de Riazor armado con su cornetín de órdenes de la División Azul y desde allí se convertía en el líder de un numeroso grupo de aficionados que seguían sus instrucciones para animar al equipo. Era una época sin hooligans, los "grises" los hubieran matado a palos, y el propio señor Chousa probablemente también.

Fue al señor Chousa al que oí contar la triste historia de la partida de Luis Suárez hacia Barcelona, "subiouse a o tren chorando, probre rapaz". El pobre ra-paz, ya octogenario pero muy lúcido y coruñés, sigue en Milán y en la SER, donde de vez en cuando coloca pinceladas de comentarista más allá del presente, eternas, como si todavía estuviera jugando por las empinadas calles del barrio de Monte Alto. Historias coruñesas, eternida-des que transfunden, en mi caso, infancia con presente para recordarme que todavía soy un niño.

El señor Chousa a veces lo pasaba mal como acomodador del Equitativa: "Chousa, aquí se están cagando". Y el señor Chousa respondía a gritos, superando la banda sonora de la película, "¡Y a mí qué me importa!" El grupo o la masa le respondían, "sí, pero en tu madre", con lo que el señor Chousa acudía veloz con su linterna al foco de la algarabía y gritaba, "esta fila, ¡a la calle!" En medio de esas trifulcas vi Arde París y otras muchas películas en sesión doble.

Creo que el señor Chousa se merece una calle en su ciudad, "¡fue de la División Azul!" dirán algunos, y qué, digo yo, también lo fueron Berlanga, Luis Ciges y Ridruejo, entre otros muchos buenos hombres. En esta época de desmemoria y desconcierto, conviene recordar para no repercutir en masa.