Sabía de ella, de sus cosas, de su habilidad para superar lo insuperable. De su vida en la pobreza y en la opulencia. Lo sabía por terceros y quise conocerla. Pertenece a una época y lleva a su espalda lo inimaginable. Hambre, muerte y miserias pero nada ha podido con una cabeza que alguna que vez se despista. Está más cerca de los noventa que de los 85 años. Malvivió con su familia en la pobreza en una casa cueva. Estaba deseando sentarme a su lado, escucharla. Pero era complicado porque no se abre a nadie, no tiene amigas; "no me ha dado tiempo", comenta. Se ha acostumbrado a la soledad y así lleva toda una vida. Entrar en su corazón fue difícil. Pero siempre pongo empeño en lo que me propongo y tenía claro que su historia debía ser conocida. Sus hijos me abrieron la puerta en una fiesta familiar y poco después de conocer retazos de su vida afiancé mi idea inicial, quería escucharla. Lo cierto es que desde hace meses nos vemos mucho. Un día llegó un recadito: "Oye, que tu amiga quiere contarte su vida, toda, ¡eh!" Sorpresa. Tres meses llevamos viéndonos con la oreja activa. No sabemos si lo que ha contado acabará siendo sus memorias o algo más. Ya veremos. Lo que sí digo es que no habiéndonos visto en la vida fue vernos y brotar la empatía, cosa que pocas veces ocurre a esas edades. Quizás ternura.

Se ha quedado casi ciega y cuando muestra fotos antiguas descubro a una mujer guapa, de piel clara y pelo negro, "teñido, boba", dice. Cuando pregunto digo por qué cuenta episodios vividos con tanta dureza y a una periodista a la que no conoce contesta con ojos llorosos: "Me fio de ti. Desde que te vi supe que eras Aries y dije: 'esta mujer es de confianza, es de fiar". Una mañana le dije que vale, que haríamos un amplio reportaje sobre su vida y ella, tenaz, me corrigió: "No, no, un libro. Mis hijos no saben nada de lo que ha sido mi vida y quiero dejarlo escrito para que lo sepan". Dice haber llorado más que nadie en el mundo y haber amado sin límites. Nombra a su marido y se conmueve. Quiere dejar escrita la verdad de la mujer que nadie conoce, incluidas las dolorosas trastadas de su marido.

Sabe que todo el mundo no entenderá sus quereres pero le da igual. Ella sí lo entiende.