El retraso que estamos sufriendo los usuarios por el colapso de los juzgados especializados en cláusulas suelo y gastos bancarios es inaceptable. Desde la creación de dichos juzgados se han presentado miles de demandas, pero, en lugar de beneficiar, nos han perjudicado a nosotros los denunciantes, los consumidores que hemos pagado unas cantidades desorbitadas de más y que todavía estamos a la espera de que nos devuelvan. Están desbordados de trabajo y los jueces no tienen culpa, pero ¿era necesario crear este tipo de juzgados sin los recursos y medios suficientes? Tampoco hay que olvidar que la verdadera justicia, la de la Unión Europea, dictaminó la retroactividad total de las cláusulas suelo, provocando este hecho el incremento en el número de reclamaciones. No hay que olvidar el tema de los gastos bancarios, donde no hay unificación de criterio y cada juez hace lo que le parece. Unos devuelven todas las cantidades, impuestos sobre actos jurídicos incluidos; otros devuelven todo, pero no los impuestos; otros devuelven el 50 % de los gastos sin impuestos; en definitiva, una indefensión total para nosotros, los consumidores. ¿Esto es a lo que llaman justicia? Lo único que manifiesta es que ante esta situación se recurre a instancias superiores, lo que se traduce en una mayor carga de trabajo y, por tanto, en un infinito retraso. ¿Hasta cuándo vamos a permitir esto? La justicia tiene dos velocidades, incluso tres o cuatro. La velocidad de Cataluña, como un rayo, la velocidad de los corruptos y ricos, lenta, muy lenta y lentísima; y, cómo no, la velocidad de las personas normales, aquella donde un tribunal dice que no tiene carácter retroactivo una estafa por la situación débil de las entidades financieras. Una vergüenza que tenemos que denunciar, aunque todos lo sabemos, la justicia no es igual para todos.