Los ciclistas saben lo que es sufrir el estado de la carretera que conecta el cruce de Cueva Corcho, en el municipio de Valleseco, con el casco urbano de Teror. Son apenas 12 kilómetros que se llegan a hacer peligrosos en bajada debido a los continuos botes por los baches y cambios de asfalto que se suceden entre curva y curva. La situación empeora durante el invierno, cuando el frío y la lluvia que se instalan en las medianías del Norte hacen casi impracticable este trayecto que utilizan, sobre todo durante los fines de semana, decenas de deportistas. En una isla donde la mayoría de las carreteras tienen un firme impecable, aún quedan algunas vías como esta GC-21 que piden a gritos un buen reasfaltado.