Cuando oímos "orientación sexual" nos pasan diferentes ideas por la mente y una en concreto es "¿que pasará por sus mentes?".

Parece que desde que nacemos tenemos un destino que debemos cumplir. Pero la realidad es que cada uno nace desconociendo su sexualidad y a lo largo de la vida tenemos nuestras transformaciones, tomamos nuestras decisiones y algunas personas se atreven a opinar sobre ello casi siempre poco acertadamente.

Todos tenemos el mismo derecho de elegir una pareja, sea cual sea su género y todos el mismo derecho de ser quien quiera ser. Nadie te tiene que juzgar por tu apariencia o por tu forma de pensar. Si quieres ser chico o chica independientemente de tu género, hazlo. Todos en nuestras vidas tenemos miedos, pero debemos solucionarlos nosotros mismos.

Todos tenemos algo que contar ya sean situaciones o sentimientos, porque todas las personas somos diferentes, pero esas diferencias nos hacen especiales. Todas las personas respiran pero? ¿respiramos igual?

Me refiero a que no todos tenemos que elegir lo mismo y no todos aparentemente somos iguales. Nunca juzguemos un libro por su portada y seamos capaces de ver más allá de los sentimientos porque pueden estar cubiertos. No importa el libro que leamos, sino cómo lo leamos.

Somos de diferentes géneros, sí, pero no cambia que debamos rechazarlos por ello, porque ¿no podemos ser como somos, sin que la gente nos juzgue por eso? No todo es blanco, negro o gris, sino de una gama extensa de colores que podemos elegir. No somos personajes de un videojuego cuya vida es controlada por un mando.

Me he dado cuenta de que el destino une personas, pero por qué tenemos que esperar a que el destino lo haga y no hacerlo nosotros mismos. Podemos unirnos, dejar atrás las diferencias y el qué dirán.

¿Existen las cosas imposibles? Yo creo que no, las cosas imposibles son los límites que tú quieras ponerte.

Muchos dirán a esas personas que están locas o majaretas, incluso que han perdido la cabeza pero buenas personas han nacido con esa base.

Desde que nacemos nos han dicho qué hacer, cómo debemos comportarnos, quiénes somos, quiénes no somos, nos han hecho encoger, agrandar y ponernos una máscara. Cuando crecemos, afortunadamente, nosotros hacemos el camino hacia la libertad.

Y aunque todo vaya mal aún podemos cruzar la tormenta y quitarnos la máscara que teníamos puesta, porque nadie nos tiene que decir qué hacer ni cómo ser.

No tengamos miedo de pedir respeto porque es lo que todos merecemos y tengamos en cuenta que para recibirlo primero hay que darlo. Muchas personas exigen respeto si tan si quiera saber su significado. Lo importante es querernos y saber convivir los unos con los otros en este planeta por amor y no por la condición sexual con que hayamos nacido.

Debemos ser auténticos, dejar que las personas hablen, pero nunca que nos duelan sus palabras. En definitiva, compartir lo que nos guste y sentirnos orgullosos de ello.