El día 28 el hotel Ritz de Madrid cerrará sus puertas para ser sometido a una profunda y necesaria reforma que se prolongará casi dos años. El pasado miércoles, en un desayuno informativo a cargo de José Manuel Franco, secretario general del PSOE-Madrid, presentado por Pedro Sánchez, secretario general del PSOE-España, el ectoplasma de Durruti estaba inquieto. "Se acabaron los cortaditos. No sé si voy a poder aguantarlo. Y los ruidos de la obras... Y se acabaron las visitas de otros que deambulan por la zona, como Adolfo Suárez, Cipriano Mera, Julián Besteiro..." Intenté consolar al ectoplasma de Buenaventura Durruti con un zumo de naranja, pero lo rechazó, triste y aburrido. "Oye, este Franco, ¿no será pariente de...?" Para evitar malsanas especulaciones, le corté rápido, "no, hombre, no. Nada que ver. Es gallego, de la Puebla de Brollón, un pueblecito lucense muy cercano a Monforte de Lemos". "¡Ah! Los templarios". "Los templarios no, Durruti, los socialistas; estos son socialistas, del PSOE". Franco lo dejó muy claro: se acabó, esperemos que para siempre, la Federación Socialista Madrileña (FSM) y el sustituto Partido Socialista de Madrid (PSM); ahora prima, y creo que con acierto, la marca PSOE-Madrid.

Y de Madrid, sobre Madrid ciudad y Madrid región, habló mucho José Manuel Franco. Mucho y bien, con un interesante diagnóstico de la realidad social cruda y difícil de los madrileños, sometidos a veinte años de gobierno de la derecha del PP, y "de la otra derecha" refiriéndose a los chicos y chicas del casting repercutido en partido político bajo el nombre equívoco de Ciudadanos. Franco empezó con una cita muy acertada del filósofo y político Ángel Gabilondo, que estaba en la sala: "Frente a los discursos inquisitivos, dominantes, exaltados y vacíos, precisamos palabras que afronten la situación convocando y sosieguen activando". Y recordó a Tierno Galván, el alcalde de todos los españoles, o de casi todos, cuyo centenario se celebra este año. Eran otros tiempos, cuando la movida, cuando vinieron los Rolling al Calderón y empezó a diluviar, cuando Felipe González arrasó en 1982. Algo de toda esa ilusión quiere recuperar Franco porque, como me dijo Durruti, "quiere recuperar Madrid. Tiene razón, lo perdimos en el 39 y desde entonces nada".

"Tampoco es eso", le dije. Pero el ectoplasma de Durruti no estaba para fiestas: cierran el Ritz y se queda sin cortaditos.