Resulta sorprendente que medios de comunicación diversos tengan tanto presupuesto para hacer encuestas electorales. Además, todas las tendencias marcadas son las mismas: Ciudadanos crece y el PP se desploma. Puede ser. Pero lo que más sorprende, al menos a mí, es que nadie destaque que el PSOE sigue ahí, como segunda fuerza y con un suelo electoral potente. Como no me creo las encuestas hasta que no se hacen cerca de la convocatoria de las elecciones que corresponda, tampoco me voy a dejar llevar por este dato. Lo cierto es que hay una derecha que se cae por sus propios deméritos, el Partido Popular, y una derecha que emerge, por su maravilloso casting de candidatos. Lo curioso es que el PSOE es el único que propone, los demás disponen. El PSOE es el único partido con una marca todavía muy fuerte y con ideas, mientras los demás se apuntan a sus propias ocurrencias como si estuvieran descubriendo la sopa de ajo.

No ha lugar a encuestas porque no hay ciudadanos susceptibles ni sensibilizados para ser encuestados. Tampoco ha lugar, porque los medios que publican esas encuestas, no tienen recursos económicos suficientes para pagarlas, si es que quieren que se las hagan bien.

Todo lo cual crea un despropósito increíble: se opina sobre una supuesta opinión pública de intención de voto que no responde al pulso del electorado. Ni siquiera la del CIS, con profesionales de prestigio, puede avalar la cocina que hacen con lo resultados de lo que preguntan.

Por eso mi amigo Páramo, coruñés de pro, me pregunta si lo de Cs es tan cierto como dicen, porque él está en la duda de votar a una derecha o a otra. Ya se pueden imaginar lo qué le respondo: vota al PSOE, cuando te toque, que es la única alternativa para volver a conseguir que este país funcione. Pero no me hace ni puñetero caso porque el PSOE le parece lejano, aunque le votó siete veces, y busca algo más moderno, más nuevo.

El PSOE tiene un reto y una obligación con la sociedad española: recuperar su credibilidad como alternativa de partido de gobierno. Pienso que lo puede hacer. Tiene muchas personas capaces para hacerlo, empezando por su secretario general, Pedro Sánchez, lo suficientemente joven como para esperar y lo suficientemente experto para conocer cómo vienen las asechanzas. La clave está en no confundir las redes sociales digitales con las redes humanas, a las que hay que tocar y querer. Ya veremos.