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artículos de broma

Dos Óscar que son tres vallas

La gala de los Óscar exhibió la ropa más cara del mundo asociada a la igualdad (pero sólo entre hombres y mujeres); la diversidad racial (aunque los asiáticos tengan que seguir esperando turno) y la libertad sexual (pronto ciborgsexualidad doble amplificada intercambiable).

Si quiere defender algo intente que un actor con dos mansiones interprete su reivindicación luciendo lo último de un modista multimillonario y lo encontrará "visibilizado" en Corazón. ¿Era Sanidad Pública o Armani Privé? ¡Adiós, Simone de Beauvoir; hola, Anne Igartiburu!

La academia de Hollywood decidió que está bien interpretada Tres anuncios en las afueras, una película que, desde la corrección más pija de Manhattan, retrata paletos votantes de Trump y, desde un sentido menos exquisito, usa un drama sin altisonancia emocional para recordar la ternura de los humanos defectuosos, dotados de más facetas (caras) que la de pecador.

Por eso la violencia de un policía racista puede explicarse por su homosexualidad de armario cerrada con llave; un enano da lecciones de dignidad talla XXL; un exmarido maltratador no sólo es uno y otro y su mujer, una madre puesta en duda con hija y sin ella, no está victimizada. Por eso un shérif vence al cáncer atajando el largo pasillo del dolor pautado de los luchadores pegándose un tiro después de dejar escrito un testamento de bondad postal que detona en el momento en el que, en las películas habituales, empieza la apoteosis de violencia que lo arregla todo.

Hay más respuestas alternativas y no ejemplarizantes al relato imperial y correcto. Su mensaje, como tres vallas en una carretera por la que sólo pasan gilipollas que se pierden, es valioso por lo mucho que dice y, sobre todo, por lo mucho que contradice.

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