De no sé cuántos se puede decir que son insensatos, es decir, que les falta sensatez, que son tontos, fatuos. En la lista, se me dirá, no pueden faltar los políticos: pues no. Esa afirmación es típica de una persona insensata, porque con la generalización sobre un grupo social necesario, se quiere cuestionar lo que representan, a nosotros, y lo que hacen, el ejercicio de la democracia, porque un número limitado de ellos han hecho trapacerías varias. Pero de la misma manera que en este país no hay presos políticos sino políticos presos, también hay políticos insensatos, e incluso insensatos que a veces son políticos. Pocos, porque abunda más el político que actúa con insensatez que el insensato que se mete a político. No hace falta escribir nombres, están en la mente de todos. Precisamente un político catalán que actuó con extrema insensatez hasta el último minuto, poco antes de la aplicación del ya famoso y nunca bien ponderado artículo 155 de la Constitución española, ha escrito un libro: De héroes y traidores. El dilema de Cataluña o los diez errores del procés. El político en cuestión se llama Santi Vila, estuvo en la cárcel creo que solo una noche, salió bajo fianza y la juez Lamela lo tiene en sus oraciones, sean estas cuales sean.

El libro lo ha editado, con la celeridad acostumbrada a que nos tiene, la editorial Península, uno de los sellos de Planeta. Una editorial dirigida por un hábil periodista, que lo mismo publica un vitriólico y acertado panfleto -en el sentido elogioso del término- de mi amigo Toni Bolaño ( La CUP: los último bolcheviques de Occidente) que una antología del periodista catalán Gaziel, tan lejano en el tiempo, años veinte del siglo XX, como inmerecidamente olvidado, ¿Seré yo español? Un periodista catalán en Madrid.

Después de estas dos exquisitas referencias, -léanlos, merecen la pena- vuelvo al de Vila: se ahorró unas perras en psicoanalista escribiendo el libro, tiene derecho (él o su amanuense) pero mi grado de desinterés ante un libro es proporcional a la cantidad de subrayados, anotaciones y postis que le pongo. En el libro de Vila, res de res, porque es un engaño, pura filfa autocomplaciente y de aparente arrepentimiento. No es creíble. Otra cosa es la memez histórica en la que los amigos de Vila y los de Rajoy nos han metido. Por cierto, habrá que tener cuidado porque tienen muchos comunes. Amigos, quiero decir.